El Archivo regional de San Juan de la Maguana

El pasado 19 de abril estuve en San Juan de la Maguana como parte de un grupo del Archivo General de la Nación (AGN), encabezado por su director, Roberto Cassá, e integrado además por Frank Rainieri y Carmen Durán, miembros de su patronato, al igual que yo. 

Encontré una ciudad limpia, ordenada, vibrante. Sus campos bien trabajados, a pesar de la sequía que se ha convertido en azote este año. Por algo le llaman el granero del sur, aunque siempre hay espacio para hacer las cosas mejor, apoyados en mejorías en la infraestructura.

El objetivo de la visita fue presentar, en actos paralelos, a un grupo de escolares una visión de los servicios que ofrece la institución, y a representantes de la comunidad motivarlos acerca de la necesidad de dar mayor relieve y apoyo a la regional del AGN que cubre el suroeste del país. 

El acto de motivación tuvo lugar en el edificio de la Gobernación y contó con la asistencia de representantes de instituciones y de diversos estamentos de la sociedad. La gobernadora Elvira Corporán, Roberto Cassá, Carmen Durán (en representación del Patronato) y Roberto Casado hicieron uso de la palabra.

Cada pueblo tiene su memoria histórica, conformada por asuntos simples, por ejemplo, quiénes fueron sus primeros pobladores, raíces genealógicas, actividades principales, personalidades resaltantes, familias preclaras, cuándo y de qué manera surgieron como provincia, y así sucesivamente. O por asuntos complejos que fueron conformando sus características principales. 

La gente común, como usted y como yo, a veces guardamos en nuestro baúl de recuerdos papeles, fotos, documentos, de familiares o de gente próxima que jugaron roles importantes. Lo vemos como una joya personal de la cual no queremos desprendernos.

En las instituciones privadas, verbigracia las oficinas notariales, existen papeles que dan una idea de las transacciones realizadas en una época. En las iglesias hay certificaciones sobre matrimonios, bautismos, defunciones. En las logias se encuentran documentos interesantes. En las clínicas privadas y en los hospitales públicos anotaciones sobre partos, enfermedades, insumos utilizados. Y así sucesivamente. 

Todos esos papeles, organizados, pueden servir de material de estudio para investigadores. En conjunto conforman la memoria histórica de la comunidad. 

Edgar Valenzuela, investigador y colaborador del AGN, explicó al auditorio que en sus visitas a distintas comunidades han podido constatar con profunda pena que muchos de estos documentos, papeles, fotos, mapas, planos, han ido deteriorándose hasta el punto de ser irrecuperables. 

Al regreso, me contaba un amigo la tristeza que sintió al comprobar que los papeles de la logia de su comunidad yacían regados por el suelo, destruidos por la humedad y las polillas o comején. Y no es un caso aislado.

De ahí la idea del programa El AGN en los pueblos, pensado para estimular a la gente, a las instituciones públicas y privadas, a entregar esas documentaciones con carácter de donación o préstamo. 

El AGN las recibe y digitaliza. El propietario puede recuperar, si lo desea, su documento original, y recibir una copia digitalizada. O donarlo y obtener la copia digitalizada. Así se garantiza la preservación del contenido para uso de las nuevas generaciones. 

Estando allí exploramos la posibilidad de crear una filial del Patronato del AGN con el objeto de dar apoyo al organismo regional, crear consciencia de su relevancia, e impulsar la búsqueda y entrega de nuevos documentos. Es posible que la idea se convierta en realidad muy pronto. 

Luego visitamos la sede del Archivo regional. Su director, Roberto Rosado, ha realizado una buena labor. Es difícil construir una institución desde cero, pero los frutos se observan y el ánimo se encuentra en progresión. Es evidente que se requieren más recursos económicos y humanos. Habrá que ampliar el espacio físico, quizás construir una planta adicional arriba. Ya se sabe, el Estado se desenvuelve en medio de precariedades. 

Al final compartimos con viejos amigos. En una bella casa que una vez fue de campo, recibimos las finas atenciones de los hermanos Julio y Camilo Suero Marranzini. Conversamos de las cosas de San Juan de la Maguana en un ambiente cordial y ameno. Julio Suero, sobre todo, es historia viva y buen transmisor de sus vivencias. 

Allí disfrutamos de un sabroso almuerzo sanjuanero (la gastronomía también es parte de la memoria histórica). Y comprobamos qué sabroso es el chivo guisado de esa comunidad, acompañado de chenchén, guineítos hervidos y de yuca. Y, como si fuera poco, de cerdo asado en la caja china. Chacá, para cerrar. Ni más ni menos que para volver.

 

En las iglesias hay certificaciones sobre matrimonios, bautismos, defunciones. En las logias se encuentran documentos interesantes. En las clínicas privadas y en los hospitales públicos anotaciones sobre partos, enfermedades, insumos utilizados. Todos esos papeles, organizados, pueden servir de material de estudio para investigadores. En conjunto conforman la memoria histórica de la comunidad.

Más popular