Enfermedad boca, mano, pie: Un infección vírica frecuente que afecta a los más pequeños

La llamada enfermedad “boca, mano, pie” es una infección vírica común que impacta con bastante frecuencia en los más pequeños, especialmente entre 1 y 3 años, y es más habitual en primavera, verano y principio de otoño. No suele complicarse pero las llagas que produce en la garganta pueden ser muy molestas.

“En esta época del año vemos más casos de la enfermedad de boca, mano, pie” pero dentro de la normalidad, explica el doctor Pedro Viaño, portavoz de la Asociación Española de Pediatría (AEP) y pediatra en el Hospital do Salnés en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).

Explica que no hay cifras de incidencia ya que se trata de un enfermedad de declaración no obligatoria por lo que los datos no se registran, pero se trata de una patología “muy frecuente”.

Actualmente, en las consultas de pediatría de Atención Primaria y en las urgencias de los hospitales se ve una frecuencia de casos similar a la que había antes de la pandemia ya que el aislamiento social durante los meses más duros evitó notablemente los casos de boca, mano, pie, enfermedad que suele aparecer en forma de brotes.

Esta infección está causada por el virus Coxsackie, de la familia de los enterovirus, que causa lesiones rojizas en la piel de la manos y plantas de los pies y también aparecen llagas en la boca y en la garganta. Cursa de forma benigna y rara vez hay complicaciones.

“Estas lesiones de la boca son dolorosas y hace que el niño deje de comer y eso conlleva deshidratación, hipoglucemia…en los más pequeños”, advierte el doctor que recomienda, en estos casos, acudir a la consulta médica y también si hay fiebre alta.

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Erupción propia de la enfermedad boca, mano, pie. Foto cedida por la AEP.

Síntomas

La sintomatología de esta enfermedad vírica consiste en:

  • Úlceras en la boca y garganta (incluso en las amígdalas), que provocan una especie de faringitis.
  • Una erupción con lesiones rojas y algo abultadas, pero no ampollas, en la piel de manos y pies que no suelen causar picor.
  • Rechazo a comer por el dolor de las llagas en la boca y garganta.
  • Fiebre.
  • Dolor de cabeza.

El doctor Viaño explica que el diagnóstico es clínico, no hace falta una prueba específica, ya que los síntomas son claros y no se confunden con otras enfermedades víricas, como la varicela, ya que esta cursa con ampollas en la piel y, además, la gran mayoría de niños a partir del primer año están vacunados contra este virus y contra el del sarampión.

Transmisión y duración

  • El tiempo entre el contacto con el virus y el inicio de los síntomas es aproximadamente de 3 a 6 días, “por eso es tan contagioso”, apunta el pediatra, ya que se transmite antes de que haya señales de la infección.
  • El virus se propaga más fácilmente durante la primera semana de enfermedad de una persona.
  • La transmisión se produce por las secreciones respiratorias de boca y nariz, como ocurre con otros virus respiratorios como el coronavirus.
  • También por contacto al tocar la boca o la nariz si antes hemos estado expuestos al virus.
  • Otra vía es por contacto con las deposiciones del niño, por ejemplo, cuando se le cambia el pañal.
  • Los más propensos son los niños de 1 a 3 años pero también pueden contagiarse niños más mayores, adolescentes y adultos sin mayor transcendencia. Solo especial cuidado con personas inmunodeprimidas y mujeres embarazadas.

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Tratamiento

  • No hay antivirales específicos, por lo que el tratamiento se dirige a calmar los síntomas.
  • Se trata con ibuprofeno, paracetamol y en el caso de las llagas de la boca, en casos más graves, se utiliza algún anestésico tópico pero siempre bajo supervisión médica.

Secuelas

  • Solo en casos afectados por una cepa concreta del virus Coxsackie, aunque es muy poco frecuente, se produce una distrofia en alguna de las uñas de las manos y de los pies que pueden llegar a desprenderse pero luego crecen con normalidad.

Consejos para prevenir la infección y controlar la enfermedad

Estas son las recomendaciones del pediatra, miembro del comité editorial de “En Familia”, la web oficial de la AEP:

  1. Lavado de manos del niño y de los padres o cuidadores, especialmente después de cambiar el pañal, antes de comer o antes de salir de la guardería.
  2. Ventilación de los espacios interiores.
  3. Evitar contacto con personas vulnerables.
  4. Con las llagas en boca y garganta, dar alimentos ni muy fríos, ni muy calientes ya que les ocasiona dolor: ni un helado, ni una sopa caliente, pero si un yogur que además tiene una textura suave. No dar empanados que les provoca picor, ni frutas ácidas, como el kiwi o la piña. Este tipo de alimentos hace que el niño rechace comer.
  5. Lo ideal es dar alimentos “en menor cantidad, mayor frecuencia y con prioridad de líquidos” que combatan la deshidratación, evitando los gaseosos.
  6. Desinfectar sus juguetes. Limpiar con regularidad los objetos y juguetes con los que el niño haya estado en contacto.

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