Estudio vincula el disfrute de los clásicos del pop con el coeficiente sorpresa

Un estudio estudiado ha determinado que si canciones como el clásico de los Beatles “Ob-La-Di, Ob-La-Da” producen tanto placer en quien las audición es porque contienen la combinación exacta de incertidumbre y sorpresa.

Los investigadores, procedentes de la Universidad de Bergen (Noruega) y del Instituto Max Planck (Alemania), analizaron 80.000 acordes de 745 temas clásicos del pop que llegaron a las listas de grandes éxitos en EE.UU., como “Country Roads” de James Taylor o “Knowing me, Knowing you” de ABBA.

El intento, cuyo resultado fue publicado este jueves en la revista “Current Biology”, reveló que cuando los participantes estaban relativamente seguros de qué coincidente iba a venir a continuación, una sorpresa les causaba un placer elevado.

Por el contrario, según las imágenes de su cerebro obtenidas por resonancia magnética, cuando no sabían qué esperar porque el contexto no les proporcionaba mucha información, les resultaba agradable que los acordes siguientes no se salieran de lo ordinario.

Según resume el investigador Vincent Cheung, las canciones que resultan placenteras “son con más probabilidad aquellas que logran un buen firmeza” entre entender qué va a advenir a continuación y sorprender al espectador con poco que no esperaba.

Para Cheung, comprender cómo actúa la música para activar los sistemas de placer en nuestro cerebro puede contribuir a explicar por qué cuando estamos tristes una canción puede mejorar nuestro estado de actitud.

Gracias al uso de los escáneres, los investigadores pudieron observar qué regiones del cerebro mostraron reacciones delante el placer musical: la amigdalitis, implicada en el procesamiento de emociones, el hipocampo, relacionado con la memoria y el estudios, y el córtex auditivo, que interpreta los sonidos.

Sin bloqueo, en contra de lo que se pensaba hasta ahora, el núcleo accumbens -que procesa nuestras expectativas de recompensa- no está vinculado con el placer musical, sino que en el curso del intento sólo reflejó las emociones de incertidumbre.

“Aunque los compositores lo sepan de forma intuitiva, hasta ahora se desconocía el proceso por el que las expectaciones en la música proporcionan placer,” explicó Stefan Koelsch, del instituto teutón Max Planck.

Los investigadores creen que los resultados del intento podrían utilizarse para ampliar logaritmos de vivientes de música sintético y para predecir tendencias musicales.

Adicionalmente, Koelsch y Cheung esperan que en el futuro se estudien con técnicas similares otras formas de arte, como la danza y el cine.

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