“Había veces que comía a las seis de la tarde”

Habia veces que comia a las seis de la tarde
Manuel Margot viene de batear tres cuadrangulares en la Serie de Campeonato contra los Astros de Houston.

Manuel Margot cuenta parte de la lucha que pasó. Recibió muchas carreras por coger naranjas en propiedad privada

Mucho antes de firmar por un bono muy alto con los Medias Rojas de Boston en 2011, Manuel Margot fácilmente vencía a Félix Sánchez en una carrera, solo que Margot no perseguía medallas.

Pisaba el acelerador al correr por su vida porque frecuentemente invadía terrenos privados, en su natal Villa Altagracia, para echarle mano a unas naranjas con las que calmaba su estómago.

El hoy jardinero de Tampa, sin las precariedades de entonces, con unos bolsillos que han visto salir y entrar dólares y pesos en abundancia, recuerda sus hazañas en fincas ajenas, saltando cercas con alambres de púas que le marcaron todo el cuerpo, con algunos de los vigilantes que enfadaba un día sí y al otro también.

¡Cómo da vueltas la vida!

“Había veces que yo me iba sin desayunar al pley (estadio), porque mi papá estaba en la calle trabajando y comía a la seis de la tarde cuando venía de la escuela. Me iba para el pley, tenía que caminar como 40 minutos, cuando no encontraba bola tenía que chuparme eso a pie”, dijo Margot a elCaribe en una entrevista por Instagram desde San Diego, donde su equipo eliminó el sábado a los Astros de Houston.

“Siempre me recuerdo de eso para mantenerme con los pies en la tierra”, agregó uno de 12 hermanos y quien perdió a su madre Bernarda cuando tenía 12 años de edad y a su padre, Enmanuel, hace unos meses debido al coronavirus. Su progenitor, un expelotero conocido como Maniel en Villa Altagracia, fue todo para el talentoso patrullero, a quien Boston le dio 800 mil dólares. “Era mi padre y mi madre, porque perdí a mi madre joven. No te puedo decir lo mucho que le debo a mi papá, por lo que hizo por mí y por mis hermanos”, señaló Manuel, de 26 años, con su rostro y voz sintiendo el golpe de la nostalgia.

“Ni dándole a mi papá todo el dinero que me he ganado en pelota le pago lo que hizo por mí. Yo pasé mucho trabajo y el viejo siempre se esforzó para que yo tuviera algo”, indicó Margot, un producto de la Academia de Franklin Ferreras.

Margot dijo que los 800 mil dólares que recibió de Boston los puso en el banco y prefirió ayudar a su familia primero. “Me vine a comprar una guagua a los tres años (estando en Clase A).
Pasamos tanto que primero pensé en mi familia”, dijo Margot, cambiado de Boston a San Diego en 2015. Debutó en las Mayores en 2016 con San Diego, que lo cambió esta campaña a los Rays de Tampa Bay.

Travesías con naranjas

Margot relató sin titubeos cómo aplacaba el hambre en esos días largos y complicados en su lar nativo.

“Cítricos dominicanos me ayudaba mucho”, dijo con un sonrisa con sello del que recuerda una travesura. “Ahí iba uno a hacer de las de uno. Los guachimanes ya sabían el horario de uno y nos daban una clase de carreras. Ahí, creo yo, fue que aprendí a correr, porque le tiraban a uno con escopeta. Tengo el cuerpo marcado de los golpes por los alambres (de púas) y todo lo que brinqué”, añadió el jugador, quien en la pelota invernal pertenece a los Toros del Este.

Lo grande es que ahora Margot ayuda a varios de esos vigilantes. “Ando con ellos para arriba y para abajo, que parezco un dueño y hacemos los cuentos”, dijo.

Así es la vida, así de irónica.

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