Juntas de Vecinos última línea de defensa de la sociedad dominicana

I de II

Por Bolivar Mejia

La sociedad dominicana ha sido atacada en las últimas décadas en lo más profundo de sus raíces, el flagelo de la inmigración ha dividido las familias, desde los últimos años de la tiranía cuando comenzó el flujo migratorio, hasta el inicio de la maltrecha democracia, durante la cual, en vez de disminuir aumentó de manera exponencial la salida de dominicanos hacia el exterior. Algunos de manera legal; pero la inmensa mayoría de forma ilegal y arriesgando sus vidas en frágiles embarcaciones,  ante la indiferencia de todos los gobiernos. 

La democracia ha sido incapaz de proporcionar al pueblo dominicana bases sólidas para el desarrollo político, social y económico, que le permita a un país rico como el nuestro, colmar las necesidades y sueños de sus ciudadanos y ciudadanas, sin que tengan que autoexiliarse en un estado extraño en busca de subsistencia básica, alimento, salud y educación. En cambio la democracia sacó muy buenas notas en macroeconomía y beneficios para las elites industriales, empresariales y sus socios extranjeros, cada día más voraces. Ahora andan detrás del agua, luego querrán embotellar el aire que respiramos.

A mi entender ahí comienza la fisura y la atomización del núcleo más importante de una sociedad, que es la familia, cuando emigran sus componentes se divide y debilita. El nuevo milenio aceleró el proceso de desmoralización social y esa misma migración importó al país, nuevos valores y estilos de vida, que en vez de fortalecer el tejido social dominicano, lo debilita a tal nivel, que la identidad ha quedado reducida al plátano power, la cultura, a algo que llaman reggaeton, Dembow y un conjunto de actitudes que conforman la cultura urbana, que ha sustituido la rica cultura y tradiciones dominicanas.  

Esto junto al acelerado endeudamiento en que cada gobierno consume al país, nos hunde en una fosa, profunda y oscura que poco a poco, nos  va convirtiendo en  una sociedad zombi; si creen que exagero, les remito a las redes sociales, vean  los videos de los jóvenes de la 42 en Capotillo y sumale a eso las nuevas drogadicciones. Por otro lado, corremos el riesgo de ser abducidos, tragados por un conglomerado más primitivo, pero con raíces culturales e identitarias más fuertes que la nuestra. 

El menor de los daños que provoca el endeudamiento, en que cada gobierno sume a la nación dominicana, es el costo económico, lo que cada dominicano paga por esa astronómica deuda en dólares; el costo mayor, el que se hace efectivo al instante y seguirán pagando nuestros hijos, es el costo social, ese interés venenoso que genera cada dólar que toman  prestado. Esto los políticos no  se lo explican al pueblo; nos enteramos cuando en el congreso aprueban leyes, que nadie sabe de donde salen. Ese es el costo social, el rédito más terrible que nos obligan a pagar por cada préstamo tomado, alienan la soberanía y como vampiros se chupan la sangre de la nación, dejándola convertida en lo que tenemos hoy.

Ante este panorama sombrio, concluyo que la única línea de defensa que le queda al pueblo dominicano, ante la embestida brutal a que está sometido, por la falta de conciencia de nuestros políticos,  son las Juntas de Vecinos, organismos sociales que agrupan a los residentes de un perímetro dentro de los ayuntamientos del país, estos organismos existen en toda la geografía nacional y fue una de las cosas buenas que se importaron al país durante los gobiernos del PRD, en los tiempos de la sindicatura del Dr. Jose Francisco Peña Gomez.

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