La otra cara de la Navidad

Árboles de Navidad, luces en las calles, películas, anuncios llenos del espíritu navideño… Aunque parezca que todo el mundo es feliz en estas épocas del año, no hay nada más lejos de la verdad.

Para la doctora Elena Sanz Rivas, jefa del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Quironsalud Madrid, “muchas personas no disfrutan de estos días o, incluso, los anticipan y temen. Para algunos es la época más complicada del año, y son varios los factores que influyen en ello; la mayor parte de las personas que se encuentran mal en estas fechas lo atribuyen a la falta de personas queridas y significativas para ellos. Otros elementos conflictivos son las enfermedades coexistentes y los desencuentros familiares o relacionales”.

El Colegio de la Psicología de Castilla–La Mancha alerta sobre la dificultad de estas fechas cuando se ha producido un fallecimiento en la familia: “No existe una forma mejor ni peor de afrontar las fiestas navideñas, cuando se está en duelo. La pérdida de un ser querido es un acontecimiento muy estresante que casi todas las personas tendrán que afrontar a lo largo de la vida. Pero este año tenemos una nueva invitada a la mesa: la ausencia; el vacío que ha dejado el ser querido que ya no está. Cada familia debe encontrar una manera de organizarlas”.

La misma institución explica: “El duelo es el proceso de adaptación que permite restablecer el equilibrio personal y familiar roto con la muerte de un ser querido, puede suponer un gran dolor. El duelo ayuda a adaptarse a la pérdida, prepara para vivir sin la presencia física de la persona ausente y mantiene el vínculo afectivo; se caracteriza por la aparición de pensamientos, emociones, sentimientos y comportamientos causados por la pérdida, muerte del ser querido. Todos no se sienten felices en estas fechas, y el ‘no puedo’, o el ‘no me apetece’, son frases que se utilizan y llevan a sentimientos de tristeza y de melancolía, asociadas a una visión negativa de la realidad, a la apatía, e incluso a la abulia”, remarca.

Los procesos de duelo son universales y en todas las familias falta alguien querido y significativo.

La doctora Sanz añade: “Los sentimientos de añoranza por personas que han fallecido o han desaparecido de nuestra vida son muy frecuentes en todos nosotros, y en esta época del año se ponen en especial de manifiesto. Si la pérdida ha sido reciente en la familia, estos sentimientos son intensos e invaden la celebración de las fiestas, pero además es característico del proceso de duelo el fenómeno “del aniversario”: en fechas señaladas como las navidades, el cambio de año, cumpleaños, aniversarios… los sentimientos de tristeza se hacen más intensos aunque haya pasado tiempo de la pérdida”.

Estas faltas significativas que todos tenemos se hacen, todavía más, presentes en las reuniones familiares en las que existen desavenencias y sentimientos encontrados, porque no nos sentimos acompañados ni por los que se fueron ni por los que están o podrían estar a nuestro alrededor. Esta “soledad rodeado de los demás” es fuente de sufrimiento añadido en estas épocas, como lo es un estado físico o psicológico precario, de forma independiente a las celebraciones en sí, agrega la especialista.

Tanto estas emociones como su reactivación en momentos especiales forma parte del proceso de duelo, y por ello no necesitan tratamiento, porque no interfieren de forma significativa con la vida del sujeto. En algunos casos aparecen sentimientos de desgana, apatía, desesperanza, culpa… que nos alertarían sobre la aparición de una depresión en especial cuando no se corresponden con el tiempo transcurrido desde la pérdida, prosigue la psiquiatra.

¿Qué podemos hacer para pasar unas buenas fiestas? ¿Existe algún mecanismo para superar el duelo? La especialista de Quironsalud insiste en que el duelo es un proceso normal y fisiológico: “Es un proceso con fases bien estudiadas y no se considera una enfermedad, por lo que no necesita medicación, salvo aquellos casos que se complican y sí necesitan de intervención psicológica o psiquiátrica. Como cualquier circunstancia difícil en la vida, la recomendación es aceptarlo, pedir ayuda y dejarse acompañar por las personas que nos quieren. El dolor, como la alegría, necesita ser compartido. Porque echar de menos a alguien es reconocer todas las cosas buenas que se vivieron con él. El recuerdo es, en el inicio del duelo, doloroso. Pero con el paso del tiempo la persona querida permanece dentro de nosotros, y allí aprendemos a buscarle”.

Con respecto a las relaciones conflictivas o circunstancias como enfermedades, “no se pueden generalizar todos los casos, pero es útil relativizar: esa persona que ahora nos hace daño es también querida, y ha estado con nosotros en momentos importantes, por lo que se puede tener paciencia y resolver las tensiones en un momento más oportuno que el de la reunión familiar. Con las enfermedades ocurre igual, tenemos que dar el peso adecuado a todas las circunstancias de nuestra vida. Pero no es una recomendación para las navidades, lo es para cada día del año”.

El Colegio de la Psicología de Castilla- La Mancha señala: “No hay recetas mágicas ni soluciones infalibles para afrontar esta Navidad cuando tu corazón está cargado de dolor, recuerdos y emociones. Estrategias de afrontamiento eficaces te ayudan a disminuir el sentimiento de dolor, la pena ante la pérdida; a veces con el afrontamiento no se resuelve el problema y se pierde una oportunidad, para compartir el dolor de la presencia de la ausencia, con nuestros seres queridos que si están con nosotros en este momento tan especial. La persona fallecida no está, pero sigue presente en el recuerdo de todos.

Las verdaderas luces de la Navidad son nuestros seres queridos, familia y amigos que iluminan nuestro árbol de la vida. Otras lucen que nos acompañaban, nos dejaron y se convierten en estrellas que brillan en nuestros corazones y nutren nuestro espíritu”.

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