Un tiroteo a plena luz de la tarde sacudió ayer el sector Canta La Rana, en Los Tres Brazos (Santo Domingo Este), cuando varios desconocidos a bordo de un carro gris acribillaron al presunto delincuente Ambiorix Alexander Paulino, alias “Boro”, de 33 años. El hombre cayó mortalmente herido justo antes de subir a su yipeta Hyundai Tucson, que estaba estacionada frente a su vivienda.
Según un reporte preliminar divulgado por la Dirección Central de Investigación (Dicrim) de la Policía Nacional, los atacantes huyeron inmediatamente después del tiroteo; sus datos todavía se depuran mientras los investigadores recolectan grabaciones de cámaras cercanas y entrevistan a testigos clave.
Paulino tenía dos registros por robo en los archivos policiales. De acuerdo con las autoridades, la rápida ejecución del crimen y la elección de un vehículo de escape sin placas visibles sugiere una acción planificada que podría estar ligada a ajustes de cuentas en la zona. Los peritos balísticos ya analizan los casquillos recuperados para determinar el tipo de arma y si ha sido usada en otros hechos violentos recientes.
Aunque su prontuario no lo colocaba entre los cabecillas de grandes redes criminales, “Boro” era conocido en el barrio por mover piezas hurtadas y por presuntos vínculos con microtráfico. Esa combinación lo convertía, según investigadores consultados, en un objetivo vulnerable dentro de la economía delictiva local, donde las lealtades cambian al ritmo de las deudas y los favores.
El caso ocurre mientras la República Dominicana exhibe una baja histórica en la tasa nacional de homicidios 7,88 por cada 100 000 habitantes a marzo de 2025, de acuerdo con el Ministerio de Interior y Policía. Organismos internacionales también reconocen la tendencia; el último “Homicide Round-Up” de InSight Crime subrayó que el país fue de los pocos del Caribe que lograron reducir asesinatos en 2024. Sin embargo, analistas advierten que barrios populosos como Los Tres Brazos siguen siendo focos sensibles donde confluyen pobreza, hacinamiento y presencia de bandas.
En Canta La Rana, vecinos relatan que los patrullajes se intensificaron este año, pero los callejones estrechos y la falta de iluminación facilitan la huida de agresores motorizados. De hecho, en los últimos seis meses se registraron al menos tres balaceras similares, aunque de menor repercusión. Para el criminólogo Pedro Henríquez, “cuando los grupos sienten que la vigilancia aumenta, muchas veces optan por ataques rápidos y selectivos para enviar mensajes, no para prolongar un conflicto”.
La investigación ahora se centra en el análisis de cámaras privadas especialmente de comercios y en la ruta de escape que va hacia la avenida Venezuela. Si los videos confirman que el vehículo nunca encendió la placa trasera, la Policía buscará coincidencias con otros crímenes cometidos con autos “fantasma” en Santo Domingo Este.
A los residentes les preocupa la posible escalada temen que la represalia llegue a inocentes. Mientras tanto, la Dicrim pidió colaboración ciudadana y habilitó líneas confidenciales para aportar datos. Si alguien reconoce el carro gris o a sus ocupantes, puede reportarlo sin revelar identidad.
Las autoridades prometen ofrecer más detalles “conforme avance el proceso investigativo”. Por lo pronto, la muerte de “Boro” deja un mensaje claro pese a las estadísticas alentadoras, la violencia focalizada todavía late en los márgenes de la capital, lista para estallar cuando se cruzan negocios turbios y viejas rencillas.








