No hay una fórmula mágica para tratar el coronavirus

No hay una formula magica para tratar el coronavirus
Hasta el momento no existe un medicamento específico para tratar la enfermedad.
Dos neumólogos consultados por elCaribe hablaron de algunos medicamentos usados para tratar la enfermedad

El hecho de que aún no exista un fármaco específico para el tratamiento del COVID-19 ha hecho que cada especialista, partiendo de los protocolos establecidos por los entes regulatorios y en función de la experiencia y los conocimientos acumulados en ensayos realizados a nivel mundial utilice determinadas terapias para tratar a sus pacientes.

Los neumólogos José Miguel Pichardo y David Mejía coinciden en que no hay una fórmula mágica para el abordaje de la enfermedad y que, al día de hoy, las principales organizaciones mundiales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), la Agencia Europea, así como las sociedades médicas especializadas no han encontrado ningún tratamiento probado y efectivo en las etapas iniciales, ni en los cuadros leves y moderados.

Frente al vacío terapéutico, Mejía afirma que se está haciendo medicina basada en evidencias, acompañada de “prácticas compasivas” en aquellos pacientes en estado crítico, los cuales son tratados con medicamentos como la hidroxicloroquina, antivirales como el Remdesivir, entre otros, que aunque no fueron diseñados para tratar la COVID-19 han venido dando buenos resultados.

El neumólogo e internista afirma que el uso o no de un fármaco dependerá del estado individual de cada paciente y a menudo requerirá de ajustes. “Tú no tienes una fórmula mágica. Tú ves el paciente, le mandas hacer su tomografía, su batería de análisis que tu necesitas para tomar decisiones y en base a eso, y a la información científica tú medicas”.

El doctor Pichardo, pasado presidente de la Sociedad Dominicana de Neumología y Cirugía de Tórax, recordó que las estadísticas indican que entre el 80 y 85 por ciento de los casos cursan de manera leve, los cuales pueden ser tratados con analgésicos en función de la sintomatología si no hay comorbilidades previas, mientras que, en las etapas avanzadas del virus, el uso de la dexametasona, el remdesivir, el tratamiento con plasma convaleciente, la oxigenoterapia, entre otras, han probado efectividad.

Tanto Pichardo como Mejía tienen sus reservas con el uso de ivermectina. El primero afirma que aunque actualmente hay 30 estudios en curso en el mundo para probar su eficacia, la evidencia que se tiene al día de hoy es que no es efectiva con relación a los tratamientos convencionales. “Tu darle tratamiento con ivermectina y no darle nada tiene los mismos resultados hasta ahora”.

Mejía, que dice no ser afín a su uso, dijo que en algunos pacientes leves puede disminuir síntomas como la fiebre pero su uso en pacientes que tienden a evolucionar mal no es recomendable.

En el caso del remdesivir, de uso endovenoso, Pichardo explicó que está reservado para las etapas más avanzadas de la enfermedad en pacientes que están ingresados y requieren oxigenoterapia. “El problema es que es escaso y caro”, agrega.

Precisó que el tocilizumab, que pertenece a la categoría de medicamentos de alto costo, se utiliza para evitar lo que los médicos denominan “tormenta de citoquinas”, que ocurre cuando el sistema inmune del paciente responde de manera exagerada ante la presencia del virus y genera un daño masivo.

El doctor Mejía plantea que hay otros elementos a tomar en cuenta a la hora de medicar y tienen que ver con los factores inflamatorios y otros marcadores que sirven para llevar la terapia.

Dijo que otro factor a tomar en cuenta son las evidencias comprobadas con ensayos aleatorios o las recomendaciones de expertos. “Por ejemplo, en el país, si el doctor Jorge Marte dice, – me ha ido bien con tal cosa, nosotros vamos a caerle atrás a Jorge Marte, que es uno de los mejores, un maestro de la medicina”.

Pichardo afirma que para los casos leves un tratamiento sintomático basta. “Yo no he tenido problema con ningún paciente, lo mando a la casa con tratamiento sintomático y nada más y esos son los reportes a nivel mundial. Eso es lo que recomienda la OMS, los CDC, todo el mundo. Si no hay ninguna comorbilidad, si no sufren de una complicación lo mandas a la casa”, subrayó.

No desaconsejan uso de tés

Con respecto a la creciente tendencia entre la población dominicana de tomar brebajes caseros, vapores y jugos naturales, ambos galenos opinaron que aunque en términos científicos no tienen ninguna eficacia contra la COVID-19, tampoco desaconsejan su uso porque al menos, contribuyen a la hidratación del paciente. “Yo personalmente no lo veo mal y los pacientes que me dicen que están usando eso, les digo que lo sigan usando porque daño no le va a hacer, pero realmente como un tratamiento probado para eso, no son”, dijo Pichardo.

“Con respecto a los remedios de la abuela, yo no le puedo decir a un paciente que no se tome un té de cúrcuma con jengibre.
Ahora, cuando me dice que están haciendo vapores porque le han dicho que eso mejora les advierto que con una hoja de eucalipto basta y que eviten el mentol porque irrita. Yo no tengo evidencia para decir que funciona o no funciona”, dijo el doctor David Mejía al conversar con elCaribe.

Anticoagulantes reducen 50% de mortalidad

El uso de anticoagulantes puede mejorar la supervivencia en pacientes ingresados por Covid-19, según un estudio, que indica que los enfermos tratados con estos fármacos tuvieron casi un 50 % más de posibilidades de supervivencia y, aproximadamente, un 30% menos de posibilidades de intubación.

Coordinado por el director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en Madrid, y del Instituto Cardiovascular Monte Sinaí de Nueva York (Estados Unidos), Valentín Fuster, el estudio observacional ha sido publicado por Journal of the American College of Cardiology (JACC).

Por otra parte, los investigadores observaron los resultados de la autopsia de 26 pacientes con Covid-19 y encontraron que 11 de ellos (42%) tenían trombos (pulmonares, cerebrales y/o cardíacos) que nunca se había sospechado en el entorno clínico. Este estudio es una extensión de otro realizado en mayo.

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