Pasta, lácteos, fruta, jabón y papel higiénico: así es la lista de la “compra del pánico” de los españoles

La crisis del Coronavirus saca lo mejor de algunas personas y lo peor de otras. Lejos de atender a las llamadas a la tranquilidad de los organismos oficiales y seguir las pautas de comportamiento, como toserse en el interior del codo, lavarse las manos con frecuencia y no ensañarse con colectivos o personas de origen asiático como sucedió recientemente en Londres, son muchos los ciudadanos que han empezado a comportarse de forma incívica o, sencillamente, absurda.

Desde diferentes hospitales españoles llegan noticias de que los visitantes (o algún trabajador) roban las mascarillas desabasteciendo el lugar, generando así problemas tanto a los profesionales que trabajan en el centro como a los enfermos oncológicos. En Italia, los geles desinfectantes aumentaron su precio de forma descontrolada surgiendo un mercado negro muy semejante al del narcotráfico. Tanto es así que, en Francia, donde sucedió algo semejante, el gobierno ha tenido que controlar el precio de esos productos.

Alemania ha confiscado remesas de mascarillas para que, en caso de una verdadera emergencia, los facultativos y personal médico dispongan de ellas y los australianos han dejado los supermercados sin un solo rollo de papel higiénico. Los pocos que aún tienen existencias han limitado la compra a cuatro paquetes por persona. Para aquellos a los que no les parezcan suficientes, el diario humorístico NT News incluyó en una de sus últimas ediciones ocho páginas de papel higiénico. Por ahora, no hay restricciones en el número de ejemplares que se pueden adquirir.

En todo caso, este tipo de comportamiento no es nuevo. Los anglosajones se refieren a él con el término panic buying (“compra de pánico”) y lo definen como el acaparamiento irracional de bienes en grandes cantidades, provocado por el miedo a que una catástrofe pueda generar desabastecimiento o alza en los precios. Una decisión que resulta paradójica porque, lo que en muchos casos provoca el aumento de precios no es la catástrofe anunciada, sino ese consumismo irracional.

En la historia reciente, ese panic buying se ha manifestado durante la Crisis de los misiles del 62, en la crisis del petróleo del 73, con el efecto 2000, con la prohibición de las bombillas incandescentes por parte de algunos gobiernos y con motivo de fenómenos atmosféricos como los huracanes que, de cuando en cuando, golpean las costas de Estados Unidos o Japón.

La crisis del Coronavirus ha vuelto a generar este tipo de comportamientos que en las últimas horas, tras las medidas excepcionales tomadas en comunidades como Madrid y el pánico provocado por el aislamiento total en Italia, han tenido su réplica en España. Nuestro país, acostumbrado a responder con humor a todo tipo de contratiempos y que se negó a desconvocar un besamanos a la virgen convencidos de que la Madre de Dios tiene las manos inmaculadas, parecía un pueblo inmune a ese pánico irracional. Hasta ahora.

Desde la Guerra Civil y el golpe de Estado del 23F, no ha habido en España acontecimientos que invitasen realmente a esta compra irracional. Lo más cercano a ese tipo de situaciones catastróficas han sido los incendios de Tenerife o las lluvias torrenciales que hace unas semanas inundaron zonas de Cataluña, Valencia y Baleares.

En esos casos, los supermercados, lejos de convertirse en lugares devastados, colaboraron con las autoridades en el reparto de productos de primera necesidad a demanda de los servicios de emergencia. Incluso se autorizó de manera excepcional la apertura de los establecimientos en los días festivos, para que la población pudiera aprovisionarse sin necesidad de provocar la alarma. Tras ayudar en los casos de los terremotos de Lorca en 2011 o el incendio de La Unión en 2012, la Asociación de Supermercados de la Región de Murcia (Asumur) firmó un acuerdo para facilitar ese tipo de colaboraciones con las autoridades de la región en el futuro.

Consultados sobre qué productos se consideran de primera necesidad, fuentes del sector de la distribución, los autoservicios y supermercados, responden que se trata de pastas, arroz, legumbres, lácteos y productos frescos como fruta, carne y pescado. En definitiva, “lo necesario para llevar una dieta sana y variada”. Aunque llama la atención que en una situación de emergencia se aconseje comprar alimentos perecederos, esas mismas fuentes confirman que lo importante es que sean consumidos los primeros para que no se estropeen, con el convencimiento de que la emergencia pasará lo antes posible. Si no es así, habrá que echar mano de esas dotes gastronómicas aprendidas en los pisos compartidos de estudiantes para sacar el máximo partido a macarrones, arroces, atún en lata, macarrones, pan de molde y macarrones.

Lo más sorprendente es que, a pesar de las bromas de las que han sido objeto en estos días los australianos, que han tenido que soportar tuits que decían “todos los que han comprado papel higiénico llevados por el pánico deberían invertir en un bidé” o “si eres una de esas personas que has comprado papel higiénico para seis meses, deberías ir a casa, mirar esa gran pila de papel higiénico y reflexionar sobre lo que has hecho”, el papel higiénico sí se considera un bien de primera necesidad. Lo mismo sucede con el jabón.

A pesar de eso, no todas las emergencias son iguales, por lo que en ocasiones esos productos variarán ligeramente. Si la situación afecta a las canalizaciones, habrá que comprar agua potable y si va a ser una cuarentena como la que están sufriendo los vecinos de Haro que acudieron al funeral de Vitoria que impida salir de casa, tal vez sea también útil comprar preservativos o tabaco para el que sea adicto, salvo que se quiera aprovechar el momento para dejarlo. Las cuestiones de ocio, gracias a Internet y las plataformas de contenidos online, están más o menos resueltas. Por último, tampoco hay que olvidar que son muchas las catástrofes, como los terremotos, que llegan sin avisar y en las que es difícil hacer acopio de víveres. Por eso, nunca está de más tener en casa macarrones, atún y arroz.

A la vista de todo lo anterior, la del Coronavirus está siendo una situación atípica. Si bien no hay razones de peso para estar alarmados, la repercusión mediática está haciendo que gran parte de la población haciendo acopio de productos o planificando subidas de precio, tanto de bienes de primera necesidad como de materiales necesarios para combatir el virus, si finalmente la cosa se va de las manos.

En ese sentido, Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores FACUA, considera que, dado que el bien a proteger es la salud pública, el Gobierno español tiene competencias suficientes como para decomisar, tanto en mayoristas como en minoristas, mascarillas, geles e incluso medicamentos, en caso de que fueran necesarios en los centros sanitarios. De hecho, podría hacerlo de forma preventiva en vista de esa posible escasez en el futuro.

Asimismo, Sánchez afirma que, en opinión de FACUA, no habría problema para que se establecieran unos precios máximos en los medicamentos a través de la aprobación de una medida urgente que, para que fuera efectiva, debería llevar aparejada una serie de medidas coercitivas, así como unos protocolos de inspección destinados a detectar esas actitudes especulativas y poder sancionarlas. Si no, muy posiblemente carecerían de efecto.

En todo caso, y pese a las escenas de supermercados arrasados, por ahora los españoles siguen tomándoselo con sentido del humor. Hace unos días el hashtag “Vamos a morir todos” fue trending topic, el propio Coronavirus tiene una cuenta de Twitter muy activa y esa red social está llena de chistes sobre la enfermedad que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, también es utilizado para criticar algunas instituciones del Estado como, por ejemplo, la Corona.

Más popular