Sao Paulo para en su primer día de cuarentena para contener el coronavirus

Nadie se ha despertado este martes por el ruido del intenso tránsito. Sao Paulo, la ciudad más grande de Suramérica, y todo el estado homónimo, con sus 46 millones de habitantes, iniciaron hoy un letargo de 15 días para intentar frenar la expansión del coronavirus.

Día 1 de cuarentena en una de las regiones de Latinoamérica con más contagios por COVID-19, donde se concentran 40 de los 46 fallecidos con la enfermedad en todo Brasil.

Los autobuses de la red municipal circulan prácticamente vacíos en la icónica Avenida Paulista de Sao Paulo. Los ríos de gente que salen de las bocanas del metro se han convertido en un goteo intermitente de personas.

No hay tráfico. Apenas se acumula una fila de camiones en los alrededores del Mercado Municipal. Todos los comercios están cerrados, menos los de primera necesidad. Del resto, solo se ven los grafitis pintados en las verjas metálicas.

El Parque Ibirapuera, considerado el pulmón verde de la capital paulista, también está cerrado a cal y canto, aunque algunos no se han resistido y están corriendo alrededor de su perímetro.

Parece un día festivo, pero es el inicio de la cuarentena en los 645 municipios del estado de Sao Paulo, el más poblado y rico de Brasil -representa casi un tercio del PIB brasileño-, decretada por el gobierno regional hasta el 7 de abril, prorrogable, ante el rápido crecimiento de los casos de coronavirus.

Sao Paulo es la región de Brasil más golpeada con 810 de los 2.201 casos registrados en el país y 40 de las 46 muertes contabilizadas hasta este martes.

“Tengo la convicción de que las personas están siendo capaces de comprender la gravedad de este momento”, dijo a los periodistas el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, quien descartó por el momento el cierre de carreteras ante el riesgo de un colapso económico total.

Sao Paulo ha sido pionero en Brasil en decretar cuarentena, lo que ha sido duramente criticado por el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien considera que hay “cierta histeria” en torno al coronavirus.

Río de Janeiro, el segundo estado más afectado con 305 contagios y seis fallecidos, ha adoptado medidas restrictivas, pero sin decretar el confinamiento de sus habitantes. Aun así, la turística capital fluminense también se ha paralizado casi por completo.

LA CAPITAL FINANCIERA DE BRASIL SE DETIENE

A Sao Paulo, hogar de unos 12 millones de personas, se la identifica como una ciudad hecha para el trabajo, con su visual gris y de rascacielos con oficinas.

“Aquí es sólo trabajar”, dice una de las canciones del compositor brasileño Tom Zé, representante de la Música Popular Brasileña (MPB).

Pero este martes, no hay ni rastro de la tradicional imagen de los grupos de hombres y mujeres de traje yendo a sus puestos de trabajo.

Por las calles apenas se ven patrullas de policía, obreros, jardineros, celadores, grupos de taxistas en sus paradas, bastantes Sin Techo y algún que otro paseador de perros.

Katia Cicarelli, de 45 años, camina con tres carlinos. Va sin máscara, aunque considera que el coronavirus “es una cosa muy grave”.

En su caso, ya ha perdido dos clientes que prefieren que no entre nadie en sus casas y, como medida de precaución, ha reducido el tiempo de los paseos de una hora a treinta minutos.

Los pequeños mercados resisten como pueden ante el descenso drástico en las ventas. Jonathan Chang, de 30 años, regenta uno en el barrio de Liberdade, donde se concentra buena parte de la comunidad japonesa en Sao Paulo.

Él ha tenido que hacer frente además a los rumores que circularon en redes sociales que aseguraban que algunos de sus vendedores tenía COVID-19. “Siempre hay alguien al que no le gustamos”, afirma resignado.

SIN CUARENTENA PARA LOS QUE VIVEN EN LA CALLE

Aunque la cuarentena va por barrios. Itaim Bibi, uno de los polos financieros de Sao Paulo, parece un páramo de cemento, pero en el corazón de la ciudad, numerosos grupos de Sin Techo continúan viviendo en la calle, ajenos al miedo por el coronavirus. Les preocupa más qué van a comer.

Nadia da Silva, de 30 años, duerme con un gato y un perro en una céntrica plaza de la capital paulista.

“Estamos preocupados porque con todo cerrado no tenemos nada para comer”, afirma a Efe. Ella y una amiga suya consiguen agua gracias al propietario de un aparcamiento cercano. “Pero solo está abierto hasta mediodía”, puntualiza.

La Alcaldía de Sao Paulo informó a Efe en una nota que ha intensificado el acompañamiento de los Sin Techo y, en caso de que presenten algún síntoma, los derivan a un ambulatorio. También se les ofrece acogida en un albergue municipal, aunque Nadia asegura que nadie del Ayuntamiento ha venido a preguntarle.

Según un balance oficial, en la ciudad de Sao Paulo hay cerca de 25.000 personas que no tienen un techo donde vivir.

Decenas de ellos se aglomeran este martes en la Praça da Sé, a la sombra de la Catedral Metropolitana de Sao Paulo, que también ha cerrado por la crisis del coronavirus. En cada una de sus enormes tres puertas de madera, duerme una persona.

Muy cerca de la plaza, hay reunidos alrededor de un centenar de personas. Vendedores ambulantes en busca del sustento diario.

“Sí, sé que hoy comienza la cuarentena, pero tengo que vender algo para comer y para dormir. No estoy con miedo”, dice Sergio de Sousa, de 48 años.

“Vendo zapatillas, camisetas, mochilas, DVDs. Todos los días estoy aquí”, añade.

Su meta diaria son unos 30 reales (seis dólares) para pagar una noche de pensión y poder comer al menos una vez al día. Para él, la cuarentena es un lujo.

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