Urge invertir en seguridad de las vacunas, afirman investigadores

La primera vacuna fue desarrollada en 1879 por el bacteriólogo francés Louis Pasteur con el fin de luchar contra el cólera aviar. A partir de la primera vacuna se desarrollaron varias con el fin de prevenir enfermedades o bien, contrarrestar su gravedad.
La primera vacuna fue desarrollada en 1879 por el bacteriólogo francés Louis Pasteur con el fin de luchar contra el cólera aviar. A partir de la primera vacuna se desarrollaron varias con el fin de prevenir enfermedades o bien, contrarrestar su gravedad.

RD- La primera vacuna fue desarrollada en 1879 por el bacteriólogo francés Louis Pasteur con el fin de luchar contra el cólera aviar. A partir de la primera vacuna se desarrollaron varias con el fin de prevenir enfermedades o bien, contrarrestar su gravedad.

Actualmente la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene registradas 20 tipos de vacunas contra difteria, fiebre tifoidea, hepatitis B, poliomielitis, entre otras.

Sin embargo, a pesar de su impacto positivo en el desarrollo de la humanidad, han existido dudas acerca de su seguridad.

Por ello, un grupo de investigadores de vacunas en Mayo Clinic consideraron necesario realizar estudios de forma prolongada sobre las vacunas con el fin de resguardar la seguridad de los pacientes.

El Dr. Gregory Poland y el Dr. Richard Kennedy escriben en la reciente publicación de la revista científica Nature Reviews Immunology un comentario respecto a que concentrarse más en entender el impacto ulterior de las vacunas sobre la inmunidad y también sobre otros sistemas biológicos proveerá información útil, a fin de hacerlas más seguras para todos y aumentar la confianza del público en ellas.

Dicen que estudiar más los mecanismos moleculares, genéticos e inmunológicos de las vacunas permitirá entender y evitar efectos adversos.

En segundo lugar, instan a la investigación continua de las sustancias adyuvantes que mejoran la inmunidad y permiten a los investigadores afinar intervenciones para afecciones específicas o subdivisiones de enfermedades; es decir, permiten apuntar contra el objetivo con más exactitud.

En tercer lugar, defienden el método del «sistema biológico» que considera todas las posibles interacciones y efectos ulteriores que pueden interferir con los sistemas corporales normales.

En cuarto lugar, piden que se supervise mejor la reacción de los participantes durante los ensayos clínicos y en la práctica habitual hasta mucho tiempo después de concluido el ensayo.

Añaden que ninguna vacuna está completamente exenta de riesgos y efectos secundarios, pero que al invertir más el dinero asignado a las investigaciones en infraestructura, evaluación, rastreo, análisis y estudios longitudinales, se podrá incrementar mucho la seguridad de las futuras vacunas y la confianza de los pacientes.

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