Nueva York. La tranquilidad de Pelham Parkway se hizo trizas la mañana del lunes, cuando la Policía halló a Marsha Greenberg, de 77 años, inconsciente y con visibles golpes dentro del apartamento 6-B de la pareja. Poco después, el Jacobi Medical Center confirmó su deceso. Su esposo, Jeffrey Kolin, de 73 años, fue arrestado y enfrenta cargos de homicidio, estrangulamiento y posesión de un arma contundente.
Testigos contaron que las discusiones entre ambos retumbaban en los pasillos desde hace meses. Luis Ortega, vecino del cuarto piso, recuerda haber pensado que “solo era otra pelea de pareja”, sin imaginar el fatal desenlace. Fuentes de la investigación aseguran que Kolin habría usado un objeto pesado aún sin precisar y cubierto el rostro de la víctima con una almohada antes de la llegada de los agentes.
El caso no es aislado. De acuerdo con el Informe Anual de la Fatality Review Committee, los homicidios por violencia doméstica en Nueva York pasaron de 62 en 2021 a 71 en 2022, un salto del 14.5 %. Un análisis más reciente del mismo comité advierte que los asesinatos de este tipo aumentaron otro 29 % el año pasado, tendencia que se mantiene casi intacta en 2025.
El impacto golpea con más fuerza a los barrios de menor ingreso en El Bronx y Brooklyn, donde organizaciones como Urban Resource Institute denuncian fallas sistémicas que dejan a las víctimas sin rutas seguras de escape. A esas estadísticas se suma un dato inquietante: el 60 % de las mujeres asesinadas no había tenido contacto previo con servicios municipales ni órdenes de protección.
Expertos ven en el caso de Greenberg la confluencia de varios factores de alto riesgo aislamiento, deterioro de la salud mental y la presencia de adultos mayores, grupo que ya representa más del 12 % de las víctimas de homicidios familiares en la ciudad. “Cuando el cuidador es también el agresor, el círculo de apoyo se reduce prácticamente a cero”, explica la psicóloga clínica Ana Marte, quien atiende sobrevivientes dominicanas en Washington Heights.
Las autoridades exhortan a denunciar incluso los “gritos de costumbre”. En Nueva York, la línea de ayuda 1-800-621-HOPE (4673) funciona las 24 horas y dispone de intérpretes en más de 200 idiomas, incluido el español caribeño. Si te encuentras en República Dominicana, el Ministerio de la Mujer mantiene la línea gratuita 809-200-1202. Ambos servicios pueden interceder antes de que la violencia escale a tragedia.
Para los residentes de edificios antiguos como el de Pelham Parkway, las alarmas comunitarias son clave: reportar ruidos de agresión al 911, crear redes vecinales y ofrecer acompañamiento a personas vulnerables. Como apunta Marte, “la indiferencia mata a la misma velocidad que un arma; lo que salva es la comunidad”.
El proceso judicial contra Jeffrey Kolin iniciará esta semana en la Corte Criminal de El Bronx, mientras vecinos organizan una vigilia en memoria de Marsha Greenberg. La esperanza es que su nombre impulse reformas y recordatorios constantes en asuntos de violencia doméstica, “mejor meterse que lamentar”.








