Moldavia marca el rumbo en la segunda desintegración soviética

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La guerra en Ucrania no solo ha redibujado el mapa de Europa del Este, también ha acelerado lo que algunos analistas describen como la “segunda desintegración soviética”. Cada vez más repúblicas exsoviéticas toman distancia del Kremlin, tanto en lo político como en lo económico, en un proceso que apunta a ser irreversible.

Según la agencia internacional EFE, la reciente victoria electoral de un gobierno abiertamente europeísta en Moldavia, frente al derrumbe de las fuerzas prorrusas, confirma una tendencia creciente: la narrativa revanchista de Moscú ha dejado de ser atractiva para sus vecinos.

Aunque la Unión Soviética desapareció en 1991, las dependencias energéticas, comerciales y culturales mantuvieron a varias repúblicas orbitando en torno a Rusia hasta 2022. Sin embargo, la invasión a gran escala de Ucrania abrió la puerta a un cambio profundo: ahora esos países exploran alianzas estratégicas con la Unión Europea, China y Estados Unidos, rompiendo inercias que parecían inamovibles.

Un efecto dominó en el espacio postsoviético

De las quince antiguas repúblicas soviéticas, solo Bielorrusia mantiene una lealtad firme hacia Moscú, reforzada por la presencia de armas nucleares tácticas en su territorio. Georgia, atrapada entre tensiones internas y su compleja relación con Bruselas, ocupa un terreno ambiguo. Mientras tanto, Moldavia emerge como vanguardia: ligada culturalmente a Rumanía, avanza con paso firme hacia su ingreso en la UE, incluso por delante de Ucrania.

Otros países, en cambio, optan por redefinir su relación con Rusia en términos estrictamente comerciales. A ello se suman las políticas migratorias cada vez más restrictivas del Kremlin, que empujan a miles de trabajadores centroasiáticos a buscar nuevos destinos.

El extranjero cercano se le escapa a Putin

La ofensiva rusa en Ucrania convenció incluso a los más reticentes de que el Kremlin busca restaurar un modelo de control que ya no tiene cabida en el siglo XXI. Ningún país de la región ha respaldado la guerra ni reconocido las anexiones en territorio ucraniano. Como admitió el propio ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov: “Por primera vez en toda su historia Rusia combate en solitario contra todo Occidente”.

El retroceso ruso también se siente en el Cáucaso. Armenia, decepcionada por la inacción de Moscú en Nagorno Karabaj, ha girado hacia Francia y Estados Unidos, congelando su papel en la alianza militar postsoviética. Azerbaiyán, por su parte, se distanció tras un grave incidente aéreo que el Kremlin no castigó, un gesto interpretado como desdén hacia su soberanía.

Una Rusia cada vez más sola

Más allá del frente bélico, el Kremlin afronta una erosión de su influencia que trasciende lo militar. El llamado “extranjero cercano”, núcleo estratégico de la política exterior rusa desde los años noventa, se transforma en un mosaico de países que buscan nuevas rutas de integración, dejando a Moscú cada vez más aislada.

La “segunda desintegración soviética” no se parece al “divorcio civilizado” de los noventa. Es más lenta, más dolorosa y, sobre todo, más definitiva.

Penelope Herrera
Penelope Herrera
Periodista digital con más de 4 años de experiencia en medios de comunicación. Secretaria Ejecutiva en empresa de desarrollo web y publicidad digital.

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