La necesidad de preparar al país frente a un eventual gran sismo volvió a colocarse en el centro de la agenda técnica tras el cierre de un extenso programa de formación que impulsó nuevas capacidades entre ingenieros y especialistas dominicanos. El ambiente entre los equipos fue de clara determinación: actualizar conocimientos ya no es un lujo, sino un imperativo para proteger vidas y estructuras esenciales.
Según la Presidencia, la Oficina Nacional de Estadística y Vigilancia de la Seguridad Estructural (Onesvie) culminó con éxito el ciclo de entrenamientos desarrollado junto a la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), una alianza que desde hace años sostiene iniciativas orientadas a fortalecer la evaluación sísmica en todo el territorio.
El proceso formativo abarcó varias semanas de trabajo práctico, con estudios de casos reales, ejercicios de vulnerabilidad y revisión de estándares que hoy sirven de referencia en países de alta actividad sísmica. Los participantes pudieron actualizar criterios técnicos que permiten identificar fallas estructurales con mayor precisión, una tarea crítica en edificaciones públicas y privadas que forman parte de los sistemas de respuesta nacional.
El programa reunió a expertos del Servicio Geológico Nacional, el Centro Nacional de Sismología, Obras Públicas, el Ministerio de Vivienda, el Ministerio de Economía y diversas entidades operadoras de agua, además de instituciones académicas. Esta variedad de perfiles convirtió la capacitación en un espacio de articulación estatal pocas veces visto en temas de riesgo sísmico.
A nivel internacional, organismos como la Asociación de Ingeniería Sísmica de Estados Unidos recomiendan que los países con sistemas de fallas activas —como el dominicano— mantengan ciclos continuos de actualización técnica. El Caribe ha registrado en las últimas dos décadas movimientos importantes en Jamaica, Puerto Rico y Haití, un recordatorio de la fragilidad regional. La propia JICA ha documentado que la preparación técnica reduce de forma significativa los daños cuando ocurren eventos mayores.
Onesvie destacó que esta etapa permitió consolidar un cuerpo especializado más robusto, capaz de aplicar metodologías modernas de evaluación y criterios de reforzamiento estructural que ya se utilizan en países como Japón y Chile. Ese conocimiento será determinante para impulsar mejoras en edificaciones críticas como hospitales, escuelas, estaciones de respuesta y espacios de alta concurrencia.
La cooperación con Japón seguirá activa. Ambas entidades anunciaron la apertura de un nuevo ciclo orientado a desarrollar proyectos piloto, incorporar instituciones adicionales y reforzar la gobernanza del riesgo sísmico con herramientas más avanzadas. El interés es que este trabajo no se quede en los salones de capacitación, sino que transforme la manera en que el país planifica, construye y protege su infraestructura.
La expectativa entre los equipos técnicos es optimista. La experiencia reciente mostró que cuando las entidades del Estado trabajan con una hoja de ruta común, es posible dar saltos importantes en corto tiempo. Ese impulso será clave para avanzar hacia una República Dominicana más preparada y con estructuras capaces de resistir mejor los embates naturales que impone su realidad geográfica.
