La tensión entre Pekín y Tokio escaló de forma notable esta semana por el comercio de productos del mar.
Tal como informa EFE, el Gobierno chino ha decidido vincular explícitamente las exportaciones acuícolas japonesas a su disputa diplomática por las declaraciones de la primera ministra nipona Sanae Takaichi sobre una posible intervención de Japón en un conflicto en torno a Taiwán.
El Ministerio de Exteriores chino sostiene que Tokio aún no ha entregado “la documentación técnica prometida” para garantizar la seguridad de las exportaciones acuícolas, requisito que Pekín impuso para reanudar las importaciones de mariscos. Además, la portavoz Mao Ning afirmó que, más allá del cumplimiento formal, la opinión pública china está tan indignada por las recientes declaraciones de Takaichi que “aunque Japón exportara, no habría mercado” para esos productos en la situación actual.
Según medios nipones recogidos por EFE, China habría comunicado a Tokio la suspensión de importaciones de mariscos apenas dos semanas después de que se levantara parcialmente el veto impuesto desde agosto de 2023 tras los vertidos de agua tratada de la central de Fukushima. Aunque Pekín aún no ha confirmado públicamente esta medida, ha intensificado sus críticas hacia Japón en un momento de fuerte fricción bilateral.
Mao Ning acusó a Japón de revivir “tácticas comunes” del militarismo nipón tras las palabras de Takaichi, y subrayó que vincular una crisis en Taiwán con una eventual intervención japonesa constituye “una violación grave del orden internacional de posguerra”. Remarcó asimismo que Japón está sujeto a una “restricción expresa” derivada de su rendición en 1945, su condición como país derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y la renuncia al uso de la fuerza plasmada en su Constitución.
El detonante del choque fue el 7 de noviembre, cuando Takaichi dijo que un ataque chino a Taiwán podría situar a Japón en un estado de peligro para la supervivenciay justificar el uso del derecho de autodefensa colectiva, incluyendo la intervención de las fuerzas japonesas en el estrecho. Mao indicó que esa declaración ha provocado una fuerte indignación entre el pueblo chino.
El mal ambiente entre los dos gobiernos se vio además reflejado en un incidente diplomático aparentemente menor, aunque revelador del deterioro en las relaciones: durante un encuentro en Pekín entre el director de la Oficina de Asia y Oceanía del Ministerio de Exteriores japonés, Masaaki Kanai, y su homólogo chino, Liu Jinsong, Tokio presentó una queja formal por una falta de coordinación en la gestión de prensa. Una fotografía filtrada mostraba al representante japonés realizando una reverencia mientras el chino observaba las manos en los bolsillos una escena que Tokio interpretó como una falta de respeto protocolar.
Las repercusiones también han llegado al terreno económico. Las advertencias de viaje lanzadas por China la semana pasada derivaron en casi medio millón de cancelaciones de vuelos hacia Japón y pérdidas significativas para compañías japonesas en el sector del retail y turismo, según la cobertura de EFE. En Hong Kong, la aerolínea Cathay Pacific anunció que permitirá a los pasajeros con billetes a Japón modificar sus vuelos, tras medidas similares de aerolíneas chinas como Air China o China Southern Airlines.
El deterioro de las relaciones ha coincidido con maniobras militares a gran escala por parte de China en el mar Amarillo, extendidas hasta el 25 de noviembre. Mientras tanto, Japón insiste en que su postura sobre Taiwán no ha variado y reafirma su disposición al diálogo, al tiempo que China reitera que la isla es parte inalienable de su territorio y no descarta recurrir a la fuerza para lograr la reunificación.
