La alarma volvió a sonar en los círculos de salud global: por primera vez en lo que va de siglo, las muertes infantiles muestran un repunte preocupante. El retroceso, atribuido a la caída abrupta de la cooperación internacional, amenaza con borrar avances que costaron décadas de trabajo y miles de millones en inversión sanitaria.
Según Infobae, el filántropo Bill Gates advierte que el drástico freno en la ayuda exterior de las principales potencias occidentales ha desencadenado un escenario que califica como “trágico”. A su juicio, las decisiones presupuestarias de Estados Unidos, Europa y el controversial rol del Departamento de Eficiencia Gubernamental impulsado por Elon Musk están teniendo consecuencias directas en la supervivencia de millones de niños.
El nuevo informe Goalkeepers de la Fundación Gates proyecta que 4,8 millones de menores de cinco años podrían fallecer en 2025, unos 200.000 más que el año previo. Es un giro brusco luego de décadas de mejora sostenida, período en el que las muertes anuales llegaron a caer desde los 10 millones a principios de los 2000. El retroceso, explican los especialistas, coincide con una contracción estimada del 27 % en la asistencia destinada a países de bajos ingresos, un golpe que coloca en riesgo campañas clave contra enfermedades como la malaria, el VIH y la polio.
Aunque los recortes son globales, el desconcierto generado por la paralización inesperada de subvenciones en Estados Unidos captó la atención de Gates. El multimillonario asegura haber intentado persuadir al presidente Donald Trump para restablecer parte de los fondos que antes manejaba la USAID, desmantelada este mismo año. Las tensiones aumentan con decisiones recientes del gobierno estadounidense, como la negativa a renovar el financiamiento a Gavi, la alianza internacional que distribuye vacunas en todo el mundo.
El clima político en Washington se complica aún más con la figura del secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien mantiene una postura ampliamente cuestionada sobre la seguridad de las vacunas. Para Gates, esas visiones chocan con décadas de evidencia científica que atribuyen a la inmunización una reducción masiva de enfermedades mortales. Las fricciones, sin embargo, no han impedido que la Fundación Gates continúe colaborando con las distintas administraciones en proyectos puntuales.
En Europa la situación tampoco luce alentadora. Francia, Alemania y el Reino Unido han aplicado recortes que organizaciones humanitarias consideran desproporcionados. Gates asegura haber conversado personalmente con autoridades francesas, consciente de que decisiones tomadas este año condicionarán la capacidad de respuesta internacional durante la próxima década.
Pese a este panorama tenso, el empresario mantiene cierta esperanza en que nuevas herramientas científicas permitirán recuperar terreno. Las vacunas contra el virus respiratorio sincitial, la neumonía infantil y la inyección preventiva semestral contra el VIH el lenacapavir abren un margen de optimismo. Sudáfrica comenzó a distribuir esta última fórmula esta misma semana, marcando un giro relevante en la prevención del virus.
El peso que la filantropía privada podría asumir en este contexto también despierta debates. Investigadores como Jessica Sklair, de la Universidad Queen Mary de Londres, señalan que los recortes públicos podrían ampliar aún más la influencia de Gates en la arquitectura global de salud. Sin embargo, subraya que ni la Fundación Gates ni otros actores privados tienen la capacidad ni la intención de reemplazar por completo el rol de los Estados.
A este escenario se suma un estudio reciente del Instituto de Salud Global de Barcelona, que calcula que más de 22 millones de personas podrían morir por causas prevenibles antes de 2030 si se extienden los recortes en Estados Unidos y Europa. Una proyección que, aunque estremecedora, sirve como recordatorio de que el rumbo todavía puede corregirse antes de que el impacto sea irreversible.








