Taiwán dio esta semana un paso calculado en su ambición tecnológica con la inauguración del Centro Nacional de Computación en la Nube, una infraestructura concebida no solo para acelerar el desarrollo de la inteligencia artificial, sino también para blindar la continuidad digital y la seguridad estratégica de la isla en un entorno regional cada vez más complejo.
Según informó la agencia EFE, el presidente taiwanés William Lai encabezó el acto inaugural en la ciudad sureña de Tainan y presentó el proyecto como una señal clara de transición: del liderazgo casi exclusivo en manufactura de hardware hacia un modelo apoyado en sistemas inteligentes, datos y capacidad de cómputo de alto nivel.
El centro nace con tres objetivos bien definidos. El primero es exhibir músculo tecnológico con la puesta en marcha del superordenador de inteligencia artificial más potente del territorio, una herramienta clave para investigación científica, defensa cibernética y análisis avanzado de datos. El segundo apunta a convertir el sur del país en un polo de aplicaciones de IA, apoyado por nuevos centros de datos en la zona de Shalun que ampliarán la capacidad de cálculo nacional. El tercero busca algo igual de estratégico: abrir el acceso a estas capacidades a startups y pequeñas y medianas empresas, reduciendo la brecha tecnológica entre gigantes y emprendedores.
Lai enmarcó la iniciativa dentro de una hoja de ruta más amplia que combina inversión en infraestructura digital, formación de talento especializado y garantía de suministro eléctrico, un punto sensible para una industria intensiva en energía. A eso se suma el impulso a tecnologías que hoy marcan la frontera de la competencia global, como la fotónica de silicio, la computación cuántica y la robótica avanzada.
El proyecto se apoya en una ventaja que Taiwán ya tiene bien consolidada. La isla es el principal proveedor mundial de los semiconductores más avanzados, esenciales para entrenar y ejecutar modelos de inteligencia artificial. Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), su buque insignia industrial, concentra alrededor del 60 % del mercado global de fabricación de chips y abastece a nombres como Nvidia, AMD, Apple y Qualcomm, actores centrales en la carrera por la IA.
Más allá del simbolismo político, el nuevo centro refuerza un mensaje que Taiwán viene enviando a sus socios y competidores la resiliencia ya no se mide solo en fábricas y puertos, sino en servidores, algoritmos y capacidad de respuesta digital. En ese tablero, la isla apuesta a que su dominio en chips sea la base para liderar también la próxima fase de la economía tecnológica.








