Tres semanas después de celebradas las elecciones generales, Honduras sigue sin una proclamación oficial de resultados y el clima político se recalienta con rapidez. La madrugada de este miércoles dejó un nuevo episodio de violencia: un enfrentamiento entre simpatizantes del Partido Nacional y del oficialista Partido Libertad y Refundación (Libre) en las afueras del centro donde debe realizarse el escrutinio especial, con al menos dos personas heridas.
La tensión, tal como ha informado la agencia EFE, está directamente vinculada al retraso en la revisión de 2,792 actas electorales con inconsistencias, un proceso que debía iniciar el pasado 13 de diciembre y que continúa paralizado. El material electoral permanece resguardado en el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), donde ya están habilitadas unas 150 mesas de conteo, aunque los incidentes recientes impidieron el ingreso del personal acreditado para uno de los turnos de trabajo.
El calendario legal añade presión al escenario. El Consejo Nacional Electoral (CNE) tiene como fecha límite el 30 de diciembre para divulgar los resultados definitivos. Si el escrutinio especial no avanza y el plazo se vence, el proceso pasaría al Congreso Nacional, una institución que arrastra su propia crisis interna. Su presidente, perteneciente a Libre, no convoca sesiones ordinarias desde finales de agosto y en octubre activó una Comisión Permanente integrada solo por nueve de los 128 diputados.
El pulso político se trasladó también a las calles. La presidenta Xiomara Castro convocó a una concentración frente a la Casa Presidencial, denunciando lo que califica como un intento de “golpe” contra su gobierno. En la convocatoria, difundida en redes sociales, llamó a organizaciones sociales, juventudes y movimientos populares a movilizarse contra lo que define como fraude electoral e injerencia extranjera.
Desde el propio órgano electoral se han elevado alertas. La presidenta del CNE, Ana Paola Hall, denunció presiones directas de representantes partidarios que, según sus palabras, impiden el normal funcionamiento de la institución. En un mensaje público, describió la situación como un “secuestro de la institucionalidad”, asegurando que funcionarios y personal designado para el escrutinio no han podido cumplir con sus labores.
Mientras tanto, los resultados preliminares mantienen en vilo al país. Con el 99.80 % de las actas ya contabilizadas, el candidato del Partido Nacional, Nasry “Tito” Asfura, encabeza la votación con el 40.54 %. Muy cerca se ubica Salvador Nasralla, del Partido Liberal, con 39.19 %, y en un distante tercer lugar aparece Rixi Moncada, de Libre, con 19.29 %.
La combinación de márgenes estrechos, desconfianza institucional y confrontación en las calles dibuja un panorama delicado para la democracia hondureña. Cada día sin resultados oficiales no solo prolonga la incertidumbre, también incrementa el riesgo de que una crisis electoral termine convirtiéndose en una crisis de gobernabilidad con efectos más allá de las fronteras del país.
