Santiago. Los dos hermanitos afectados por el siniestro que consumió su vivienda en el sector Hato Mayor respiran mejor hoy la niña de cuatro años y el bebé de apenas cuatro meses continúan estables, monitoreados minuto a minuto por intensivistas y cirujanos plásticos pediátricos en la Unidad de Quemados Dra. Thelma Rosario del Hospital Infantil Regional Universitario Arturo Grullón.
En una nota clínica divulgada por el equipo médico, se detalla que la pequeña tiene quemaduras de segundo grado superficiales y profundas en un 17 % de su cuerpo, mientras que el lactante presenta lesiones de similar severidad en un 10 % de su superficie corporal, localizadas sobre todo en espalda, glúteos, pies y brazos. Ambos reciben curas con apósitos de microfibra, analgesia controlada y vigilancia para detectar cualquier signo de infección o pérdida hídrica.
Un centro que se ha convertido en referencia
La unidad donde se recuperan los menores forma parte de un hospital que atiende más de 3 000 emergencias pediátricas al mes y dispone de 270 camas, gracias a sucesivas ampliaciones que incluyen quirófanos dedicados a pacientes quemados. Este músculo asistencial convierte al Arturo Grullón en el pivote de la red pediátrica del Cibao y el norte del país, según datos institucionales.
Quemaduras infantiles un problema prevenible
Aunque la imagen de calderos con agua hirviendo sigue siendo recurrente, un estudio epidemiológico local con 154 casos demostró que casi seis de cada diez quemaduras infantiles son escaldaduras, y que la mayoría de las víctimas tienen entre uno y cuatro años justo la edad de la niña hospitalizada. La literatura médica insiste bastan tres segundos de exposición a líquidos a 60 °C para producir daño de segundo grado.
¿Por qué arden tantas casas en Santiago?
El incendio que hirió a estos hermanos no es un hecho aislado. Solo en 2024 el Cuerpo de Bomberos de Santiago atendió 1 440 fuegos; 139 se originaron en residencias y otros 170 en sistemas eléctricos defectuosos, un cuadro que el general Alexis Moscat describe como “una tormenta perfecta de cableados improvisados, sobrecarga de enchufes y altas temperaturas”. En enero y febrero de 2025 la tendencia no ha cedido, con 19 incendios domésticos adicionales.
El costo humano y económico
Cada niño quemado pasa en promedio 18 días ingresado y requiere al menos dos intervenciones quirúrgicas de limpieza o injerto, según la Sociedad Dominicana de Cirugía Plástica. El gasto directo para la familia ronda los RD$ 120 000, sin contar traslados ni días laborales perdidos. Para el sistema público, la cifra se duplica cuando las lesiones superan el 15 % de la superficie corporal.
Lecciones aprendidas y tareas pendientes
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Revisión eléctrica obligatoria. El 70 % de los incendios residenciales investigados por los bomberos de Santiago en 2024 tuvieron un origen eléctrico. Instalar breakers con protector de sobrecarga y mandatorios detectores de humo reduciría drásticamente el riesgo.
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Capacitar a cuidadores. La mayoría de escaldaduras ocurre mientras un adulto cocina y el niño juega cerca. Programas de “cocina segura” en estancias infantiles y juntas de vecinos han mostrado bajas del 30 % en países con ingresos medios, según la OPS.
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Fortalecer la rehabilitación. Una vez superada la fase crítica, estos niños necesitarán fisioterapia intensiva para evitar contracturas y apoyo psicológico para manejar el impacto emocional.
Lo que viene para la familia
El Ministerio Público y la Policía Nacional investigan el origen del fuego. De confirmarse negligencia estructural cables pelados, tomacorrientes sin tierra o tanque de gas dentro de la vivienda, podrían activarse los mecanismos de ayudas estatales para reparaciones y realojamiento temporal. Mientras tanto, fundaciones locales ya organizan colectas de insumos y medicamentos.
La buena noticia es que, si no surgen complicaciones, los dos hermanitos podrían ser dados de alta en unas tres semanas. Quedará entonces el desafío de las cicatrices y la rehabilitación, pero también la oportunidad de convertir esta tragedia en un campanazo sobre la urgencia de prevenir quemaduras infantiles y de mejorar la seguridad eléctrica en nuestros barrios.








