El tifón Danas no solo azotó la costa occidental de Taiwán con ráfagas de hasta 220 km/h, sino que también arrasó cultivos clave y dejó al sector agrícola contando pérdidas por 1.096,3 millones de dólares taiwaneses (unos US$37,7 millones), de acuerdo con cifras oficiales.
Según la agencia EFE, la tormenta dañó 9.822 hectáreas de siembra el 1,6 % de la tierra cultivable de la isla con una pérdida media del 30 %. Los brotes de bambú recibieron el golpe más duro, seguidos de las bananas, pomelos, naranjas y mandarinas.
Los números, sin embargo, siguen moviéndose. Un balance más reciente del Ministerio de Agricultura apuntó a pérdidas que ya rozan los NT$1.1 mil millones y un área afectada de 9.067 hectáreas, con las bananas encabezando la lista de cultivos golpeados . Para aliviar la carga, la cartera activó subsidios en efectivo y préstamos blandos dirigidos principalmente a Tainan y a los condados de Chiayi, donde el vendaval se ensañó con mayor fuerza.
A nivel humano, el meteoro dejó dos fallecidos y más de 600 heridos, además de 830 mil hogares sin electricidad en algún momento. La compañía estatal Taipower restituyó el servicio en menos de 48 horas, pero asociaciones de agricultores advierten que la recuperación de las plantaciones tomará varios ciclos de cosecha.
Un golpe que se siente pero no el peor
Aunque el monto impresiona, Danas todavía está lejos de las cicatrices que dejó el tifón Morakot en 2009, cuando el agro taiwanés perdió más de NT$12 mil millones. Aun así, el episodio supera el impacto de sistemas más recientes como Nesat (2017), que causó daños agrícolas por “solo” NT$176 millones.
Especialistas del Centro Meteorológico Central señalan que los tifones que logran bordear la cordillera central como hizo Danas tienden a golpear las zonas llanas y más productivas del oeste, donde se concentran los cultivos de exportación. Ese factor explica por qué un área relativamente pequeña genera pérdidas tan altas.
¿Más tormentas bravas en el menú?
Investigaciones citadas por Reuters sostienen que el calentamiento de los océanos está empujando a ciclones “menos frecuentes, pero más potentes” en el Pacífico occidental. Para Taiwán, eso significa vientos más violentos y lluvias que llegan en tromba, escenario que vuelve cada vez más costoso proteger invernaderos, redes de riego y caminos rurales.
El Gobierno isleño planea usar parte del Fondo de Prevención de Desastres para reforzar taludes, soterrar líneas eléctricas y ampliar los seguros agrícolas. Mientras tanto, los agricultores de Tainan y Chiayi cruzan los dedos para que los pronósticos de una temporada menos activa en agosto se cumplan y les den un respiro.
La lección que deja Danas es clara invertir en resiliencia cuesta, pero recuperarse de un ciclón puede costar mucho más.








