Un relevamiento puerta a puerta realizado por más de 50 organizaciones sociales y de derechos humanos detectó 11.892 personas viviendo a la intemperie en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, casi todas dentro del perímetro de la avenida General Paz. La cifra supera holgadamente los registros oficiales y confirma la impresión de que la calle es hoy el “techo” de miles de porteños y migrantes.
Según la agencia EFE, que divulgó el informe completo, se trata del tercer Censo Popular de Personas en Situación de Calle y el primero que se levanta tras la pandemia. La muestra incluyó entrevistas en paradores, hospitales, esquinas y pasillos de estaciones de tren, para captar tanto a quienes duermen al raso como a quienes se refugian de forma intermitente bajo techo.
El salto es llamativo en 2019 el mismo ejercicio había contabilizado 7.251 personas, lo que implica un crecimiento cercano al 64 % en apenas seis años, una curva que especialistas asocian al deterioro del empleo informal y a la inflación que pulveriza ingresos de alquiler.
Mientras las ONG pedían un plan de emergencia, el gobierno de Javier Milei firmó en junio el Decreto 373/2025, que reforma la Ley 27.654 y traslada la responsabilidad de la asistencia a las provincias y a la ciudad. El Ejecutivo nacional queda como mero “órgano rector”, listo para financiar sólo cuando las jurisdicciones digan no dar abasto.
Para el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la desinversión ya se mide en vidas 63 personas sin hogar murieron en todo el país en lo que va de 2025, trece de ellas en la capital, la mayoría por hipotermia o enfermedades respiratorias agravadas por el frío.
El organismo advierte que la exposición permanente, la violencia policial y la falta de vacantes en paradores convierten al invierno en una sentencia para quienes ya arrastran patologías crónicas. “Sin políticas coordinadas, el decreto apenas oficializa la desidia”, resume el CELS.
A la espera de un paraguas estatal, voluntarios redoblan ollas populares y operativos de abrigo, pero insisten en que la calle no puede seguir considerándose un destino inevitable. Urgen un censo anual vinculante, cupos de alquiler social y atención primaria itinerante medidas concretas, dicen, para que dormir bajo un puente deje de ser la estadística que define a la capital más rica del país.
