El presidente estadounidense, Donald Trump, volvió a sacudir el tablero comercial este martes al anunciar un gravamen inmediato de 50 % sobre todas las importaciones de cobre y adelantar que, en un año o año y medio, podría golpear con un arancel de hasta 200 % a los medicamentos y demás productos farmacéuticos fabricados fuera de EE. UU.
Según la agencia EFE, el anuncio se produjo durante la sexta reunión de gabinete de su segundo mandato, un foro en el que Trump criticó a gobiernos anteriores por “permitir” la deslocalización de industrias clave y juró que no tolerará que las grandes farmacéuticas sigan produciendo “fuera de casa”.
La reacción del mercado fue inmediata: los futuros del cobre en la Bolsa Comex se dispararon más de 10 %, llevando el precio hasta un récord de 5,68 dólares la libra y provocando una caída del 2 % en las cotizaciones del metal en Londres ante la expectativa de menor demanda fuera de EE. UU.
Analistas de Reuters señalan que el nuevo gravamen, que entraría en vigor el 1 de agosto, desató una “carrera contrarreloj” de traders que intentan adelantar cargamentos rumbo a los puertos estadounidenses antes de la fecha límite. Morgan Stanley advierte que EE. UU. ya importó casi el equivalente a un año de consumo en los últimos seis meses, por lo que podría enfrentar un exceso de inventario interno y un desequilibrio de oferta global cuando el arancel comience a regir.
En el frente farmacéutico, la Casa Blanca ofreció un periodo de gracia de 12 a 18 meses para que los laboratorios trasladen producción a territorio estadounidense. La industria reaccionó con cautela firmas como Sanofi y Johnson & Johnson habían anunciado inversiones millonarias en plantas locales desde que Trump amenazó por primera vez con tarifas en febrero, mientras analistas de Leerink Partners subrayan que el proceso logístico y regulatorio para relocalizar cadenas de suministro tomará años.
Economistas consultados por el Bank of England ven el nuevo arancel como otro factor de tensión que podría enfriar el crecimiento global en un contexto de tasas altas y cadenas de suministro todavía frágiles tras la pandemia. Algunos, sin embargo, dudan de que la medida genere la oleada de empleos fabriles que la administración promete recuerdan que los aranceles al acero y al aluminio en el primer mandato elevaron costos a fabricantes locales sin lograr repuntes significativos en producción.
Con negociaciones todavía pendientes con la Unión Europea y varios socios latinoamericanos clave para el suministro de cobre, el nuevo episodio de la “guerra de aranceles” abre una fase incierta: si las exenciones sectoriales no llegan a tiempo, tanto los fabricantes de cableado eléctrico en EE. UU. como los productores mineros en Chile podrían verse atrapados en un juego de sillas donde ninguno quiere quedarse sin mercado ni materia prima. Mientras tanto, las farmacéuticas evalúan si la amenaza de un 200 % justifica inaugurar líneas de producción en suelo estadounidense o apostar a que, como en ocasiones anteriores, el Ejecutivo termine moderando su postura antes de que el golpe se concrete.
