La madrugada de este miércoles se estremeció el corazón de Damasco varios misiles cayeron en las inmediaciones del Palacio Presidencial, sacudiendo el céntrico barrio de Kafr Souseh y dejando en el aire la pregunta de hasta dónde piensa llegar Tel Aviv en su nueva campaña militar.
Según la agencia EFE, el Ejército israelí confirmó que el objetivo era “una instalación militar crítica del régimen sirio” y advirtió que las operaciones podrían prolongarse durante los próximos días. Sin embargo, los detalles sobre daños materiales y víctimas se han ido filtrando con cuentagotas. Medios cercanos al gobierno de Bashar al-Assad hablan de al menos un fallecido y 18 heridos, mientras que fuentes de primeros auxilios en la capital señalan que la cifra podría ser mayor.
Voceros castrenses de Israel justificaron la ofensiva alegando que, desde ese complejo, comandantes sirios coordinan el despliegue de tropas en la provincia meridional de Al-Suwayda, donde hace una semana estallaron fuertes choques entre fuerzas gubernamentales y facciones de la minoría drusa. La operación llega justo después de otros bombardeos contra tanques y baterías antiaéreas en la misma región, un movimiento que asegura Tel Aviv busca “impedir la militarización hostil cerca de nuestra frontera y proteger a la comunidad drusa”.
Las imágenes que circularon en redes verificadas por agencias internacionales muestran columnas de humo cubriendo la Explanada de los Omeyas y el Estado Mayor sirio; es la primera vez desde 2023 que Israel golpea con tanta precisión el nervio político-militar de la capital. Mientras tanto, Damasco denunció la acción como “violación flagrante de su soberanía” y prometió responder “en el momento y lugar adecuados”.
Detrás del cruce de cohetes late una preocupación más profunda la fractura que vive Siria tras el alto al fuego que dio por cerrado al menos en el papel 13 años de guerra civil. En Al-Suwayda, líderes drusos rechazan que el Gobierno refuerce su presencia militar, temiendo abusos similares a los sufridos por otras minorías durante el conflicto. Para Israel, que históricamente ha proyectado su poder en los Altos del Golán, la posibilidad de milicias progubernamentales o de Hezbollah asentándose junto a su frontera sur es un escenario rojo. Analistas de seguridad consultados por Reuters advierten que el actual patrón de “pequeños golpes preventivos” podría escalar si Teherán decide reforzar a sus aliados en Damasco.
En este tablero, la población civil vuelve a quedar atrapada hospitales capitalinos reportan emergencias saturadas y cortes intermitentes de electricidad tras la explosión de un transformador cercano a la zona bombardeada. Por su parte, la ONU ha reiterado que “cualquier acción militar debe cumplir con el derecho internacional humanitario” y ha instado a preservar las frágiles negociaciones de reconciliación interna en Siria.
Por ahora, la única certeza es que la crisis siria, lejos de apagarse, gana nuevos frentes. Y mientras cada misil traza un destello sobre el cielo de Damasco, crece el temor en la región de que este intercambio puntual se convierta en otra ronda de fuego sostenido, con repercusiones que van mucho más allá de las montañas drusas y el palacio de Assad.








