Baní dejó de ser el “cuello de botella” del sur. Desde su inauguración el 14 de agosto, la nueva circunvalación 19.8 km, 17 puentes y velocidades de 80-100 km/h ha desviado miles de vehículos que antes asfixiaban las calles céntricas, acortando el viaje Santo Domingo–Barahona en casi una hora y reduciendo la factura de combustible de conductores y transportistas.
Según datos oficiales, la vía recibió más de 15 mil desplazamientos diarios en su primer fin de semana; cifras que confirman un flujo sostenido capaz de absorber el tráfico pesado del sur y mejorar la seguridad vial. La obra, presupuestada en RD$2,200 millones en 2020, terminó costando RD$7,700 millones tras una segunda licitación, un incremento que las autoridades justifican por ampliaciones y estándares internacionales de construcción.
El impacto trasciende la movilidad. Para los exportadores de vegetales de Azua y los caficultores de Barahona, la circunvalación significa llegar al puerto de Haina sin atravesar un solo semáforo, reduciendo tiempos de cadena fría y pérdidas por mermas. El Ministerio de Obras Públicas proyecta un ahorro agregado de RD$200 millones anuales en combustible y mantenimiento de flota, gracias a la disminución de marchas en ralentí y frenadas constantes en zonas urbanas.
El gremio Fenattransc ya siente el cambio. “Es de suma importancia: menos estrés, más horas productivas y un respiro al bolsillo de los choferes”, valoró Mario Díaz, su secretario general, quien subrayó que la obra forma parte de un corredor sur que pronto permitirá viajar del suroeste al este sin semáforos.
En Baní, los testimonios se escuchan en cada esquina: guagüeros que hoy paran 20 minutos antes en Santo Domingo, comerciantes que reciben mercancía fresca antes de abrir y ambulancias que ya no temen quedar atrapadas camino al hospital. La percepción de seguridad también mejoró: con calzadas anchas, señalización LED y patrullaje permanente, los accidentes bajaron 35 % la primera semana, según reportes preliminares de la DIGESETT.
Queda, sin embargo, la factura pendiente. Organizaciones civiles piden auditorías que clarifiquen la escalada de costos y garanticen mantenimiento periódico para evitar el deterioro que afecta a otras circunvalaciones del país. El gobierno defiende la inversión, recordando que la vía es el primer eslabón de una “Autovía del Sur” que conectará Pedernales con la capital en menos de tres horas y detonará proyectos turísticos como Cabo Rojo.
Más allá del asfalto, la circunvalación reconfigura la geografía económica del sur: atrae almacenes de logística, anima la producción agrícola y devuelve a Baní su esencia tranquila. Si se cuida y se integra con el resto de la red vial en construcción, esta carretera podría convertirse en la columna vertebral de un sur que, por fin, avanza sin tapones.