El Cartel de los Soles, señalado durante años de operar desde las más altas esferas del poder en Venezuela, fue incluido a finales de julio en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos. Días más tarde, Ecuador se sumó a esa misma postura, reforzando la presión internacional contra un grupo que Washington asegura mantiene estrechos vínculos con el Gobierno de Nicolás Maduro.
Según la agencia EFE, el Departamento de Estado estadounidense sostiene que este entramado criminal no solo estaría dirigido por altos mandos militares y funcionarios venezolanos, sino que también ofrece apoyo logístico al Tren de Aragua y al Cartel de Sinaloa, dos estructuras transnacionales que operan en América Latina y representan, a juicio de Washington, una amenaza directa a la seguridad hemisférica.
El origen del término “Cartel de los Soles” se remonta a 2004, cuando el periodista y concejal Mauro Marcano denunció públicamente a generales venezolanos por supuestos vínculos con el narcotráfico. Marcano fue asesinado pocos meses después, lo que alimentó aún más las sospechas sobre la existencia de una red protegida por uniformados. En los años siguientes, investigaciones de medios internacionales como The Miami Herald citaron a diplomáticos y fuentes antidroga que describían al cartel como una estructura compuesta por generales de la Guardia Nacional y del Ejército.
La más reciente medida de Estados Unidos implica un aumento en la presión financiera y judicial. Washington anunció que duplicó la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro, elevándola a 50 millones de dólares, una señal del nivel de prioridad que otorga a este caso. Ecuador, por su parte, al catalogar también al Cartel de los Soles como organización terrorista, se alinea con la estrategia estadounidense en un momento de fuerte tensión regional frente a la expansión del narcotráfico.
Sin embargo, desde Caracas la versión es tajante: “El Cartel de los Soles es un invento”, aseguró el dirigente chavista Diosdado Cabello en una rueda de prensa el pasado 7 de agosto. Según su argumento, se trata de una narrativa creada por Estados Unidos para atacar políticamente a Venezuela. Este discurso ha sido sostenido de manera reiterada por el Gobierno bolivariano cada vez que surge una nueva acusación.
Lo cierto es que la designación no solo tiene un valor simbólico, sino también práctico: al considerarlo un grupo terrorista, Estados Unidos puede activar todos sus mecanismos legales para perseguir a personas, bienes y capitales relacionados con la red. Con Ecuador sumándose a esa visión, el tema coloca nuevamente a Venezuela en el centro del debate sobre el crimen organizado en la región y su influencia en la seguridad continental.








