La inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser una promesa futurista a convertirse en un motor real de cambio dentro del sistema financiero. Su alcance no se limita a la eficiencia operativa, sino que está moldeando nuevos modelos de negocio, generando productos digitales y reforzando la gestión de riesgos en un mercado que exige rapidez, seguridad y adaptación constante.
Tal como se analizó en un reciente congreso del sector financiero en Santo Domingo, donde participaron firmas de alcance internacional, la IA ya no se concibe como una herramienta complementaria, sino como un elemento estructural en las estrategias corporativas. Empresas con experiencia en transformación digital, como EY, destacan la necesidad de adoptar estas tecnologías con visión ética, sostenible y de largo plazo.
El cambio tecnológico ha sido acelerado de modelos predictivos se ha evolucionado a sistemas generativos y agentes autónomos que no solo procesan información, sino que ejecutan tareas, toman decisiones y optimizan procesos con un nivel de autonomía sin precedentes. Esta transición abre oportunidades para reducir costos, diversificar ingresos y ampliar la inclusión financiera, aunque al mismo tiempo plantea exigencias en gobernanza, cumplimiento normativo y talento especializado.
Desde la perspectiva de expertos del sector, implementar inteligencia artificial no significa instalar un software más, sino rediseñar procesos internos, capacitar equipos y construir independencia tecnológica. Esto implica que las instituciones financieras dominicanas deben considerar arquitecturas propias, modelos abiertos y personalización de datos como activos estratégicos para asegurar resiliencia, seguridad y capacidad de innovación.
En el contexto local, la banca ya explora usos concretos automatización inteligente de operaciones, asistentes virtuales que apoyan a analistas y equipos comerciales, experiencias de cliente más ágiles y personalizadas, así como productos digitales diseñados a la medida. No obstante, junto con estas oportunidades aparecen desafíos críticos: garantizar la trazabilidad de las decisiones tomadas por algoritmos, cumplir con normativas cada vez más estrictas, manejar riesgos cibernéticos y atender la escasez de profesionales capacitados en IA.
En síntesis, la inteligencia artificial se presenta como un punto de inflexión para el sistema financiero dominicano. El reto está en lograr que la innovación se traduzca en confianza, inclusión y sostenibilidad, pilares indispensables para que la tecnología consolide su papel como verdadero aliado estratégico del sector.