La petición del senador Omar Fernández para que los ministerios de Obras Públicas y Medio Ambiente revelen los estudios detrás de la ampliación de la avenida República de Colombia volvió a encender el debate sobre el equilibrio entre desarrollo vial y preservación de las áreas verdes en la capital dominicana.
El tema lleva más de un año dando tumbos públicos. reportó esta semana que el silencio oficial ha alimentado la incertidumbre sobre cuántos metros del Jardín Botánico Nacional (JBN) quedarían sacrificados y si existen planes de mitigación claros.
¿Qué exige el legislador?
Fernández solicitó el alcance preciso de la obra, los estudios de impacto ambiental y un cronograma oficial, alegando que la “ausencia de socialización” dificulta la fiscalización ciudadana. Su carta insiste en una mesa interinstitucional donde ambientalistas, urbanistas y academias puedan contrastar los pros y los contras antes de mover un solo árbol.
Dimensión del Botánico y la posible afectación
El JBN, inaugurado en 1976 y que alberga más de 138 mil especímenes en su herbario, no es solo un pulmón urbano: funge como aula viva para investigadores y refugio climático para la urbe.
Activistas temen la pérdida de hasta 11 mil m² una manzana entera, cifra denunciada por colectivos comunitarios y recogida por el diario Hoy.
Obras Públicas guarda silencio por ahora
Mientras el ministro Deligne Ascención promociona los beneficios de la ampliación financiada en parte por el acuerdo Estado Aerodom, su despacho aún no publica la Declaración de Impacto Ambiental ni la ruta definitiva del trazado.
Ese mutismo oficial choca con buenas prácticas de transparencia que el propio gobierno pregona en otras infraestructuras.
Entre movilidad y sostenibilidad
Santo Domingo suma más de 850 mil vehículos, según la DGII. El nudo de la avenida República de Colombia, enlace clave al norte de la capital, registra picos de hasta 3 500 vehículos/hora. Aun así, expertos en movilidad señalan que expandir calzadas suele atraer más tráfico (“induced demand”) si no se acompaña de transporte público robusto. Países como Chile y Colombia han frenado obras similares cerca de parques urbanos, optando por túneles o corredores BRT que reducen huella ecológica.
Lo que viene
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Mesa técnica urgente. Sin estudios públicos, el proyecto se cocina a puertas cerradas. Incluir ONGs y la Academia de Ciencias evitaría litigios posteriores.
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Plan de compensación verde. Si la intervención es inevitable, se impone reforestar áreas vecinas y garantizar un corredor ecológico continuo.
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Movilidad integral. Paradas de autobús eléctrico y ciclovías pueden absorber parte de la demanda sin ensanchar tanto la vía.
Un llamado claro
Fernández advierte que cualquier obra que ignore la “sostenibilidad y respeto al medio ambiente” violaría mandatos constitucionales. De paso, ofrece su curul para mediar un consenso que no sacrifique el Jardín Botánico en nombre del asfalto.
La pelota está en la cancha de Obras Públicas y Medio Ambiente. Mientras tanto, la ciudadanía seguirá pidiendo luz verde pero para la transparencia.








