En varias regiones de Estados Unidos han comenzado a circular imágenes inquietantes de animales silvestres con deformaciones que recuerdan a escenas de ciencia ficción. Ciervos cubiertos de grandes protuberancias, ardillas con verrugas que parecen salidas de una película de terror y conejos con crecimientos semejantes a tentáculos han encendido la alarma en comunidades y redes sociales.
Según The Economic Times, lo que a simple vista se asemeja a una epidemia misteriosa responde en realidad a distintas enfermedades virales que afectan la piel de estas especies. En el caso de los ciervos, los bultos visibles corresponden a un fibroma cutáneo, una afección provocada por papilomavirus que, aunque impactante, no representa un riesgo directo para los humanos.
Las llamadas “ardillas zombi” detectadas en Estados Unidos y Canadá padecen generalmente fibromatosis de la ardilla, causada por un leporipoxvirus. La condición suele resolverse sola, pero en casos graves puede afectar órganos internos y causar la muerte. El contacto directo entre animales infectados facilita la propagación, por lo que los comederos en zonas urbanas se han convertido en un foco de transmisión.
En Colorado, varios conejos silvestres de cola de algodón fueron vistos con protuberancias oscuras en la cabeza. Estos “conejos Frankenstein”, como los apodan los vecinos, presentan lesiones provocadas por el virus del papiloma de Shope (CRPV), responsable del crecimiento de tumores en esa zona del cuerpo. El Departamento de Parques y Vida Silvestre local recomienda no acercarse ni manipular a los ejemplares infectados.
Los especialistas subrayan que todos estos brotes se inscriben dentro de la familia de los papilomavirus, que afectan tanto a animales como a humanos en diferentes formas. En los ciervos, la mayor incidencia se da a finales del verano y en otoño, coincidiendo con la actividad de insectos vectores como mosquitos y garrapatas, que transmiten el virus de un animal a otro.
Aunque los casos han generado inquietud y abundantes publicaciones en redes sociales, los científicos insisten en que estas enfermedades no son nuevas ni implican una amenaza sanitaria inmediata para la población humana. Sin embargo, llaman a extremar precauciones, evitar el contacto con animales enfermos y reportar a las autoridades ambientales cualquier hallazgo sospechoso.
En un país donde la vida silvestre convive estrechamente con las comunidades, estos episodios recuerdan la necesidad de monitorear de cerca la salud de los ecosistemas y reforzar la educación ciudadana sobre cómo actuar frente a la fauna afectada por virus de aspecto perturbador.








