Un dron ucraniano intentó impactar las instalaciones de la central nuclear de Novovoronezh, en el suroeste de Rusia, lo que vuelve a encender las alarmas sobre la seguridad nuclear en medio de la guerra. El aparato fue derribado por las defensas antiaéreas rusas antes de chocar contra una torre de enfriamiento, a unos 500 kilómetros al sur de Moscú, según informaron las autoridades rusas.
De acuerdo con la agencia EFE, la empresa estatal Rosenergoatom, filial de la corporación nuclear rusa Rosatom, confirmó que el dron fue “suprimido por medios técnicos” antes de estrellarse contra una de las torres del sexto reactor. La explosión, ocurrida en la madrugada del martes, no dejó víctimas ni daños estructurales relevantes, aunque sí una marca visible en la superficie del enfriador.
Las autoridades rusas aseguraron que no se detectaron variaciones en los niveles de radiación, y que la central continúa operando con normalidad. En la planta funcionan actualmente tres reactores, mientras un cuarto el séptimo sigue en fase de reparación.
Imágenes compartidas en redes sociales rusas y ucranianas mostraron el rastro oscuro dejado por el impacto, lo que generó preocupación pública, aunque expertos locales descartaron riesgos inmediatos.
El incidente ocurre en un momento de tensión creciente entre Moscú y Kiev por los ataques a infraestructuras energéticas. La semana pasada, el presidente Vladímir Putin acusó a Ucrania de “jugar con fuego” al atacar la central de Zaporiyia, bajo control ruso desde marzo pasado. Kiev, por su parte, niega esas acusaciones y asegura que es Rusia quien utiliza las plantas nucleares como escudo militar.
No es la primera vez que Moscú denuncia agresiones de este tipo. En agosto, Rusia reportó un ataque con drones ucranianos contra la central nuclear de Kursk, que afectó un transformador auxiliar y obligó a reducir la carga de uno de los reactores a la mitad.
El nuevo episodio en Novovoronezh subraya la fragilidad del equilibrio nuclear en la región y la urgencia de establecer mecanismos internacionales de seguridad más sólidos. Organismos como el OIEA han insistido en la necesidad de mantener zonas desmilitarizadas alrededor de las centrales para evitar una catástrofe que tendría consecuencias más allá del conflicto.








