El empuje para renovar la producción de carne de cerdo vuelve a tomar fuerza en el país con una iniciativa que promete cambiar la forma en que operan las pequeñas y medianas granjas. La disponibilidad de financiamiento accesible, junto con un enfoque técnico más estricto, abre una ventana para que los criadores eleven la seguridad sanitaria de sus animales y estabilicen su actividad económica.
Según la Presidencia de la República, este movimiento se enmarca dentro del Fondo de Inversión para la Bioseguridad Porcina, una apuesta conjunta que nació tras la experiencia dejada por la Peste Porcina Africana, enfermedad que forzó a replantear el modelo productivo. La estrategia combina recursos locales y cooperación internacional para acelerar la transición hacia un sistema más resistente y sostenible.
El programa, valorado en más de 600 millones de pesos, responde al acuerdo que las autoridades dominicanas sostuvieron con el Servicio de Inspección Sanitaria de Animales y Plantas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (APHIS-USDA), el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura y el Ministerio de Agricultura. La mezcla de financiamiento mitad subvención, mitad crédito directo del Banco Agrícola permite que los productores puedan modernizarse sin cargar con el peso total de la inversión.
Durante la presentación oficial, encabezada por el ministro de Agricultura, Limber Cruz, y el administrador del Banco Agrícola, Fernando Durán, quedó claro que el objetivo va más allá del simple acceso al crédito. Las autoridades plantearon la necesidad de que cada granja incorpore prácticas rigurosas de bioseguridad, desde controles de acceso hasta infraestructura más adecuada para la gestión de residuos. La fórmula es sencilla: si un proyecto cuesta un millón de pesos, el productor financia solo la mitad; el resto llega como aporte no reembolsable proveniente del fondo gestionado con Estados Unidos.
Llisel Quezada, directora de Negocios del Banco Agrícola, detalló que los agricultores deberán priorizar inversiones en cercas perimetrales, sistemas de lavado y desinfección, y mejoras en el manejo de aguas residuales. Estos elementos, que podrían parecer técnicos, son justamente los que determinan la capacidad del país para evitar futuros brotes y mantener su producción protegida frente a enfermedades que afectan a la región.
La presentación reunió a representantes de diversas instituciones del sector agropecuario, un indicio del interés estatal en consolidar un sistema porcino más robusto. Para muchos productores, esta política representa la posibilidad real de avanzar de un modelo tradicional a uno competitivo y listo para integrarse a cadenas comerciales más exigentes.








