La tensión volvió a sentirse con fuerza en la frontera norte de Israel tras una nueva andanada de ataques aéreos que impactó en varios puntos del sur del Líbano. La madrugada se iluminó con explosiones dirigidas contra instalaciones utilizadas por la milicia chií Hizbulá, según la descripción ofrecida por las autoridades militares israelíes.
De acuerdo con el reporte de EFE, los bombardeos se centraron en un complejo donde la unidad élite de Hizbulá, conocida como Radwan, desarrolla programas de entrenamiento para sus combatientes. Ese espacio, según la versión oficial israelí, sirve para preparar operativos destinados a acciones contra tropas y comunidades en territorio israelí. La información divulgada sostiene que dentro del recinto se realizan prácticas de tiro y maniobras con distintos tipos de armamento, lo que para Israel eleva el nivel de amenaza en la zona.
Las autoridades israelíes insisten en que este tipo de actividades representan una violación directa de los entendimientos establecidos con Líbano tras conflictos previos. El planteamiento político y militar del gobierno de Tel Aviv apunta a que su Ejército seguirá actuando de forma preventiva cada vez que detecte movimientos que, a su juicio, puedan anticipar una agresEscalada. Aunque se conmemoró recientemente el aniversario del alto el fuego entre ambos países, la calma no ha logrado asentarse. En terreno libanés se reportan ataques casi a diario, especialmente desde posiciones cercanas a la frontera donde Israel mantiene presencia.
Expertos en seguridad de la región coinciden en que el intercambio de acciones militares responde también a un pulso por influencia. Hizbulá, con respaldo iraní, intenta recomponer su capacidad operativa en medio de la crisis política libanesa, al tiempo que Israel acusa a la organización de utilizar ese vacío interno para rearmarse y acercar piezas estratégicas a su límite territorial. Organismos internacionales como Naciones Unidas han reiterado la necesidad de evitar provocaciones en la frontera, recordando que cualquier chispa puede transformar un incidente puntual en un conflicto abierto.
En paralelo, analistas consultados en medios regionales señalan que la retórica de ambos lados se ha endurecido, lo que deja menos espacio para la diplomacia. Mientras Israel defiende su derecho a neutralizar amenazas, representantes libaneses denuncian violaciones recurrentes de su soberanía y advierten del impacto que tienen los ataques sobre poblaciones ya golpeadas por la crisis económica. En ese tablero frágil, cada movimiento adquiere un peso desproporcionado.
La comunidad internacional observa con cautela, consciente de que el equilibrio en esa frontera influye en la estabilidad del Mediterráneo oriental. La situación, por ahora, deja en evidencia que el alto el fuego firmado hace un año apenas ha servido de contención temporal frente a intereses que se mueven mucho más rápido que los esfuerzos diplomáticos.
