Corea del Sur lanza 4.º satélite espía para vigilar Corea del Norte

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Luego de un conteo regresivo sin contratiempos, un cohete Falcon 9 de SpaceX despegó anoche desde Cabo Cañaveral y, en apenas quince minutos, dejó en órbita el cuarto satélite militar surcoreano de reconocimiento. La maniobra ocurre cuando Seúl busca cortar el cordón umbilical que, durante décadas, lo ha mantenido atado a la inteligencia espacial de Estados Unidos para monitorear a su vecino del Norte.

Según la agencia EFE, el Ministerio de Defensa confirmó que, tras la separación del propulsor, el satélite ya mantiene comunicación estable con la estación terrestre surcoreana. El próximo paso será calibrar sus sensores antes de comenzar a entregar imágenes de alta resolución.

Este lanzamiento forma parte del Proyecto 425, la constelación de cinco artefactos uno óptico y cuatro de radar sintético (SAR) que Seúl pretende completar antes de que termine el año. Los dos primeros satélites despegados en diciembre de 2023 y abril de 2024 allanaron el camino tecnológico; el tercero se colocó en órbita el pasado diciembre desde la base de Vandenberg, California, consolidando la cadencia casi trimestral de la campaña.

A diferencia del primero equipado con cámara electro‑óptica los SAR ofrecen imágenes día y noche, atravesando nubes y humo con una nitidez de 30–50 centímetros, suficiente para distinguir vehículos blindados o la forma de un lanzador de misiles. Así lo detalla un informe técnico citado por medios especializados en defensa.

La prisa de Corea del Sur no es casual. Pyongyang colocó su propio satélite, el Malligyong‑1, en noviembre de 2023 y promete otros tres antes de que acabe 2025. Aunque su resolución se cree inferior, el régimen de Kim Jong‑un presume haber fotografiado la Casa Blanca y bases militares estadounidenses, elevando la presión sobre Seúl y Washington.

Además de seguir los movimientos del Norte, la constelación dará a los planificadores surcoreanos una ventana de revisita de aproximadamente dos horas sobre cualquier punto de la península, un salto cualitativo respecto a la cobertura ocasional que proveían los satélites aliados. Funcionarios de defensa subrayan que la red será clave para detectar con antelación pruebas de misiles hipersónicos y movimientos de artillería de largo alcance.

El trasfondo geopolítico también pesa: analistas apuntan a la creciente cooperación militar entre Pyongyang y Moscú, especialmente en tecnología de lanzadores y municiones, como un factor extra que empuja a Seúl a acelerar su programa espacial de defensa.

En la práctica, este cuarto satélite completa más del 80 % del sistema previsto. Si las pruebas concluyen sin sorpresas, Corea del Sur dispondrá de un anillo de vigilancia propio antes de cerrar 2025, lo que supondrá en buen dominicano “jugar pelota con su bate” y no depender de terceros para saber qué se cuece al otro lado del paralelo 38.

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