La tensión en el oeste de Sudán volvió a desbordarse tras la caída de Al Fasher, último bastión del Ejército en Darfur. En apenas dos días, más de 15.000 personas emprendieron una huida desesperada hacia Tawila, buscando refugio frente a los enfrentamientos que dejaron una estela de muerte, saqueos y miedo entre la población civil.
Según la agencia EFE, la Red de Médicos de Sudán alertó sobre la gravedad de la crisis, denunciando ataques sistemáticos de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) contra civiles, así como el deterioro acelerado de las condiciones humanitarias. La organización aseguró que la mayoría de los desplazados son mujeres, niños y ancianos que lograron escapar tras atravesar zonas plagadas de violencia y puestos de control hostiles.
Tawila, ubicada a unos 70 kilómetros de Al Fasher, se ha convertido en un improvisado refugio sin recursos suficientes para absorber la avalancha humana. Los centros de salud carecen de medicamentos, los alimentos escasean y la falta de agua potable agrava el panorama. Médicos y voluntarios locales trabajan al límite, mientras miles de personas duermen a la intemperie bajo temperaturas extremas.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) estima que más de 36.000 personas han sido desplazadas entre el 26 y el 29 de octubre, aunque advierte que las cifras podrían aumentar debido a la inseguridad persistente y al caos en las rutas de evacuación. Muchas familias se dispersaron entre comunidades rurales o buscaron amparo en otras localidades como Melit y Kebkabiya.
La Red de Médicos de Sudán ha hecho un llamado urgente a la ONU y a las organizaciones internacionales para abrir corredores humanitarios seguros que permitan el acceso de ayuda médica y alimentaria. Advirtieron que, de no intervenir de inmediato, la región podría enfrentar “una catástrofe humanitaria sin precedentes” ante la continua llegada de desplazados y la falta de apoyo logístico.
Darfur, una región históricamente castigada por conflictos étnicos y políticos, revive hoy las heridas más profundas de su pasado reciente. La guerra entre el Ejército sudanés y las FAR ha pulverizado cualquier intento de estabilidad, dejando tras de sí comunidades enteras devastadas y un país al borde del colapso humanitario.








