En estos días, la atención de nuestro país se ha concentrado en la importancia de reconocer las necesidades y potencialidades de quienes viven con trastorno del espectro autista (TEA). Diferentes voces han resonado en las calles, las escuelas y los hogares, clamando por apoyo, empatía y políticas más sólidas que brinden oportunidades a cada persona, sin distinción.
Según un texto difundido recientemente por un medio de comunicación local, el Ministerio de Salud y otras instituciones nacionales han reiterado su compromiso de impulsar programas que garanticen diagnósticos más precisos y tempranos, además de fortalecer la inclusión en la sociedad dominicana. Aunque el artículo en cuestión no especifica un autor, recoge declaraciones de Víctor Atallah, titular de Salud, quien hace un llamado a mirar más allá de etiquetas y entender que el autismo no es un impedimento para el desarrollo, siempre y cuando existan recursos y una comunidad dispuesta a acompañar.
Las iniciativas gubernamentales surgen en un contexto en el que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el TEA afecta a una de cada 100 personas a nivel mundial. En la República Dominicana, esta cifra ha impulsado a especialistas de salud y educación a organizar encuentros, capacitaciones y conversatorios para sensibilizar a la población y reducir las barreras que aún persisten en lo laboral, lo social y lo escolar. Dicen que la verdadera inclusión empieza en la casa, y se extiende hasta el salón de clases, la oficina y cualquier rincón donde late la vida cotidiana.
Precisamente, las autoridades han puesto énfasis en la importancia de detectar señales lo antes posible, pues la intervención temprana favorece el desarrollo de habilidades y el fortalecimiento de la autonomía. Mientras tanto, la Sisalril y el Consejo Nacional de Seguridad Social trabajan en planes de cobertura que, de implementarse cabalmente, podrían representar un respiro para muchas familias que luchan cada día con los gastos asociados a terapias y tratamientos.
Desde hace años, la sociedad dominicana ha ido desterrando viejos estigmas, pero todavía queda camino por recorrer. Algunos testimonios muestran cómo el acceso rápido y gratuito a diagnósticos fiables les ha dado a las familias un nuevo horizonte. La esperanza radica en esa unión entre la comunidad médica, los ministerios, las escuelas y cada sector que se sume a reconocer que, en la diversidad, todos aprendemos y crecemos. Con estas iniciativas y con la voluntad de la gente, la República Dominicana continúa su ruta hacia una sociedad incluyente y comprensiva, demostrando que juntos somos más fuertes que cualquier limitación.