El Pentágono ha frenado el uso de misiles de largo alcance suministrados a Ucrania para evitar que sean empleados contra objetivos en territorio ruso, en un intento de abrir espacio a la negociación diplomática con Moscú. Según reveló el diario The Wall Street Journal, desde finales de la primavera las autoridades militares estadounidenses establecieron un mecanismo de revisión para autorizar o bloquear los ataques con sistemas ATACMS, cuyo alcance ronda los 300 kilómetros.
De acuerdo con el periódico, la decisión también afecta a armamento europeo que depende de inteligencia y tecnología de Estados Unidos, lo que reduce considerablemente la capacidad ofensiva de Kiev. La medida coloca la aprobación de cada operación en manos del secretario de Defensa, Pete Hegseth, y busca contener una posible escalada con el Kremlin.
La estrategia ha generado tensiones en Washington. El expresidente Donald Trump acusó a Joe Biden de haber frenado la capacidad de Ucrania de responder a la invasión rusa. En declaraciones en su red Truth Social, sostuvo que “es imposible ganar una guerra si no se permite atacar al invasor”, comparando la situación con un equipo deportivo que solo puede defenderse.
Pese a esas críticas, la línea adoptada por el Pentágono parece haber facilitado un primer acercamiento diplomático. El 15 de agosto, el presidente estadounidense recibió a su homólogo ruso, Vladímir Putin, para explorar un posible acuerdo de paz. Posteriormente también se reunió con el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, y con líderes europeos, en un esfuerzo por impulsar una cumbre bilateral que defina los próximos pasos hacia el fin del conflicto.
La decisión de Washington refleja un difícil equilibrio: sostener a Ucrania en su defensa, pero al mismo tiempo reducir los riesgos de una confrontación directa con Rusia mientras se tantea una salida negociada.
