El trabajador del sector turismo merece mucho más que un 30% de aumento salarial    

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Bolívar Mejía

Es bueno comenzar este artículo estableciendo el rol de la empleomanía turística y su papel dentro de la industria. El trabajador turístico es especial y se diferencia de los trabajadores de otros sectores, como la agricultura, el comercio, la manufactura, etc.

Cuando digo que se diferencia, no habló de que sean mejores a los de otros campos laborales, lo digo porque, contrario a otros sectores donde el trabajador está separado del producto que se vende o se intercambia, en el sector de los servicios al que pertenece el turismo el trabajador no se puede separar del producto, porque él forma parte del mismo.

El turista compra un bien intangible en lo que se llama el destino receptor, de donde sale a otro lugar, diferente al suyo, a ejercer su derecho a disfrutar del ocio. El futuro turista, antes de comprar el derecho a vacacionar a un tour operador o a una agencia de viajes, no puede probar el producto, como podría suceder con una mercancía física. Puede leer comentarios sobre el lugar, mirar fotografías y videos, para hacerse una idea de lo que está comprando, pero el producto lo probará justo en el momento en que lo esté consumiendo, es decir cuando llegue al destino receptor.

El sector turismo vende una ilusión, que luego se convierte en experiencia, pero para que se produzca dicha experiencia, no bastan las estructuras físicas y las actividades que brinda el lugar, hospedaje, piscina, playa, gastronomía, bebidas.

La experiencia debe ser satisfactoria y para que esto suceda el empleado turístico debe participar de manera activa en la creación de la misma, para que, en la entrega del producto turístico, el comprador obtenga el máximo de calidad y satisfacción. Esto evidencia que el empleado de este sector, es parte integral del producto turístico que oferta el empresario, que no solo vende una planta física, sino también unas atenciones.

No es lo mismo cuando un turista recibe una bienvenida con el calor de una sonrisa sincera de un empleado satisfecho, que cuando recibe una mueca forzada de uno insatisfecho. En el sector todo incluido que compite por precios, el valor del empleado se relega a la necesidad de la empresa a reducir costos para poder obtener más ganancias, en un mercado extremadamente competitivo.

El estado acaba de realizar un aumento salarial en el sector más pujante de la economía dominicana y a partir del primero de junio los empleados del turismo recibirán un 15 % y un 15% adicional el 1 de junio de 2026, mientras que en el campo de la restauración harán un aumento de un 25% repartido también en dos partidas.

Los empleados del turismo dominicano a los cuales el estado y los empresarios siempre les han regateado un salario justo, a pesar de las exenciones que disfruta el sector; estos merecen no un 30% de aumento salarial, merecen mucho más, por sus aportes a la Industria Turística Nacional, donde prestan sus servicios con calidez y un entusiasmo que desborda las expectativas de los turistas.

La naturaleza del empleado turístico dominicano, gentil, amable, risueño y apasionado con lo que hace, le agrega tanto valor a la oferta turística nuestra, que muchas de las repeticiones que obtienen hoteles donde el servicio es mediocre, se debe al trato que reciben los turistas de los empleados, esos turistas que regresan, lo hacen en muchos casos para experimentar la experiencia del trato humano y servicial de un prestador de servicio único, como lo es el empleado turístico dominicano.

Lo menos que puede hacer el gobierno luego de este ajuste salarial para terminar de compensar a los empleados del sector turismo, que ha soportado todos estos años devengando el salario más bajo del país, a pesar de laborar en una industria soportada en exenciones y que por demás crece a todo vapor, es que a través del Ministerio de Trabajo ordene aplicar la ley 16-92 que establece en su artículo 228 el cobro del 10% de propinas que les corresponde a los empleados.

El estado debe crear un mecanismo de fiscalización para que esta ley se cumpla, sin afectar los intereses de los empleados, y así evitar que este importe que en un año puede ascender a más de 15 mil millones de pesos, el 0.5% del PIB se siga usando de manera fraudulenta para pagar las nóminas o parte de ellas en las empresas del sector.

El estado debe supervisar que a los empleados se les entregue cada año, el bono que le corresponde por ganancias de las empresas y castigar a los que con reingeniería financiera declaran pérdidas para no cumplir con ese requisito. De hacer esto, los empleados del sector turismo en República Dominicana, quedarían más que satisfechos, entonces hablaríamos no solo de que el turismo genera empleos, sino que, sobre todo, genera también dignidad.

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