Elecciones en Bolivia Rodrigo Paz da el batacazo y va al balotaje

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El mapa político boliviano se sacudió este 17 de agosto cuando el senador tarijeño Rodrigo Paz Pereira, prácticamente ignorado por las encuestas al inicio de la campaña, encabezó la primera vuelta presidencial con un 31,6 % de los votos y obligó a un balotaje frente al expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, que obtuvo 27,1 %. El resultado deja atrás dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS) y reabre el debate sobre el rumbo económico y geopolítico del país.

Según Infobae, la proeza de Paz se fraguó con una estrategia austera: menos de 30 dólares en publicidad digital y muchos kilómetros recorridos por rutas rurales, fórmula que conectó con un electorado cansado de promesas grandilocuentes y deseoso de un rostro fresco fuera de las viejas élites partidarias.

La Constitución de 2009 exige un 50 % + 1 de los votos, o bien el 40 % con diez puntos de ventaja, para evitar la segunda vuelta. Como ninguno alcanzó esos umbrales, el balotaje quedó fijado para el 19 de octubre, exactamente sesenta días después de la primera ronda, tal como dispone el artículo 167.

Paz, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora y nacido en el exilio en Santiago de Compostela en 1967, se presenta como “centro popular” y defiende un “capitalismo para todos” créditos baratos, aranceles bajos y cierre de empresas estatales deficitarias. Su relato de servicio público “no vivo de la política, la practico”, repite contrastó con la inversión millonaria de sus rivales y encontró eco entre jóvenes urbanos y clases medias golpeadas por la inflación del 25 %.

El MAS, fundado por Evo Morales, quedó fuera de la pelea presidencial por primera vez desde 2005: su candidato obtuvo apenas 3 % y casi una quinta parte del electorado optó por el voto nulo que impulsó el propio Morales desde su bastión cocalero. El Washington Post resume el momento como “la derrota más dura de la izquierda boliviana en cuarenta años”, síntoma de una crisis económica que combina escasez de diésel, fuga de divisas y desgaste de la marca socialista.

El Congreso que surja en enero se perfila como el más fragmentado desde la transición democrática. Aunque Paz y Quiroga comparten un diagnóstico de ajuste fiscal y apertura al capital extranjero, divergen en la relación con organismos como el FMI: el primero descarta “endeudar otra vez al país”; el segundo cree indispensable acudir a financiación internacional para frenar la recesión.

La votación también tensiona el tablero regional: cualquiera que gane tendrá que redefinir lazos con los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, aliados históricos del MAS. Diplomáticos consultados en La Paz anticipan un giro hacia la Alianza del Pacífico y una posición más cercana a Estados Unidos y la Unión Europea, en busca de inversiones para litio e hidrógeno verde.

Si algo dejó claro la sorpresa de Rodrigo Paz es que el electorado boliviano premia la coherencia y el bolsillo. El 19 de octubre marcará si el país abraza la promesa de un “capitalismo popular” o prefiere la experiencia de un expresidente que ofrece ortodoxia económica. Por ahora, la contienda está abierta y, como dijo el propio Paz, “todavía no hay nada escrito”.

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