El Bethpage Black de Nueva York será desde este viernes el epicentro del golf mundial con la edición número 45 de la Copa Ryder, un torneo que enfrenta a Europa y Estados Unidos en un duelo que trasciende el deporte y que, en esta ocasión, se verá acompañado por la intensidad de la afición neoyorquina y la presencia del presidente Donald Trump.
Según la agencia EFE, el combinado europeo llega con Luke Donald como capitán y con referentes de talla mundial como el español Jon Rahm y el norirlandés Rory McIlroy, quienes buscan reeditar la hazaña lograda en Roma hace dos años. La misión, sin embargo, no es sencilla: defender el título en territorio estadounidense, en un ambiente conocido por su dureza contra los rivales.
El conjunto local, bajo el liderazgo de Keegan Bradley, se apoya en la solidez de Scottie Scheffler, número uno del mundo desde 2023, con la mira puesta en recuperar el trofeo que domina históricamente (27 victorias contra 15 de Europa). No obstante, la realidad reciente favorece a los europeos, que han conquistado diez de las últimas catorce ediciones.
Trump y el peso de la grada
El mandatario estadounidense, propietario de varios campos de golf y estrecho amigo de jugadores como Bryson DeChambeau, estará en Bethpage Black para respaldar a su selección. Su presencia añade un matiz político y mediático al evento, en un contexto donde Trump ha utilizado los grandes espectáculos deportivos como plataforma de proyección pública en este segundo mandato.
El capitán Bradley destacó el valor simbólico de esa asistencia: “Ese primer tee en Bethpage, con el presidente allí, será algo para recordar para siempre”. Sin embargo, la pasión de la grada neoyorquina puede ser un arma de doble filo: se trata de una afición ruidosa, directa y poco complaciente, capaz de presionar al rival, pero también de volverse contra sus propios jugadores si no cumplen las expectativas.
A ello se suma una novedad que genera controversia: por primera vez los golfistas recibirán una remuneración por participar (200.000 dólares cada uno, más aportes benéficos). Aunque muchos han optado por donar el dinero, el pago rompe con la tradición de la Ryder como símbolo de honor y pertenencia, lo que ha abierto un debate entre aficionados y especialistas.
El formato que lo define todo
El torneo se desarrolla en tres jornadas viernes y sábado con enfrentamientos por parejas cuatro en modalidad fourball y cuatro en foursome, y un domingo decisivo con doce duelos individuales en match play. En total se disputan 28 puntos; el primer equipo en sumar 14,5 levantará la copa, mientras que un empate a 14 favorecería a Europa como campeón vigente.
Más allá de los nombres y de la presión mediática, la Ryder mantiene intacto su magnetismo: rivalidad pura, identidad continental frente a nacional, y un escenario que no entiende de medias tintas. En Bethpage Black, la historia vuelve a escribirse, con la incertidumbre de si el rugido neoyorquino será combustible para Estados Unidos o un desafío que impulse aún más a los europeos.
