Muchos estadounidenses amanecieron con el pecho apretado al ver cómo las bolsas daban un salto inesperado tras un mensaje del expresidente Donald Trump. Mientras unos celebraban la subida de sus inversiones, otros alzaron la ceja y exigieron respuestas sobre un presunto uso indebido de información que habría impulsado esos movimientos repentinos.
Tal como reportó el medio cdn, todo arrancó cuando Trump, apenas abrió Wall Street, llamó a comprar acciones y, horas después, anunció la suspensión de ciertos aranceles. El brinco histórico en los principales índices levantó sospechas en el Congreso y en la calle. Senadores demócratas soltaron su inquietud: ¿Quién supo de antemano la maniobra? ¿Alguien aprovechó la jugada para llenar su bolsillo a costa de la gente? Cuentan que esa es la base de la investigación, pues a nadie le cuadra que un tuit del mandatario, justo antes de relajar las tarifas globales —exceptuando a China—, catapulte las ganancias de unos pocos. El Dow Jones y el Nasdaq celebraron con subidas asombrosas, y la Casa Blanca salió al paso, diciendo que su única intención era tranquilizar al público ante tanta incertidumbre económica.
El tema ha escalado, porque en Estados Unidos existen regulaciones muy claras sobre manipulación de mercado e información privilegiada. La Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) ha intervenido en casos similares en el pasado, aunque la situación presente implicaría directamente a la Oficina Oval, un escenario pocas veces visto. Richard Painter, exabogado de ética en la Casa Blanca durante la administración de George W. Bush, dijo que un presidente no debería actuar como asesor de inversiones y que las declaraciones de Trump, combinadas con el cambio de políticas, podrían ser terreno fértil para acusaciones de manipulación.
Como parte del ruido generado, el expresidente también presentó en redes sociales al fundador de una firma de activos que supuestamente ganó una millonada en cuestión de horas, lo que ha desatado comparaciones con historias pasadas, desde el crash de 1929 hasta otros episodios donde se investigó el uso indebido de poder para amasar fortunas. No falta quien diga que esto parece un arroz con mango, pues en su momento se intentó limitar el margen de maniobra que un jefe de Estado puede tener para influir en los mercados. Sin embargo, la Casa Blanca insiste en que se trata de puro sonsonete opositor y que el presidente estaba en su derecho de calmar a la ciudadanía cuando el miedo a la recesión golpeaba fuerte.
Algunos economistas, como Joseph Stiglitz —Premio Nobel y uno de los principales críticos de prácticas que distorsionan el mercado—, han advertido que las palabras de un líder mundial pueden empujar o hundir índices bursátiles con el simple clic de un tuit. Aunque no siempre es fácil probar una manipulación, esta pesquisa arranca con la consigna de aclarar si alguien sacó provecho de la volatilidad. Las apuestas van en grande, y el debate está en si Trump cruzó una línea roja o si solo recurrió a una estrategia política para brillar como protector de la economía nacional.
Quienes exigen una investigación formal quieren ahuyentar cualquier sombra de duda: ningún presidente debería pasearse por ahí influenciando al mercado como si se tratara de un juego de béisbol, donde se puede cambiar el marcador con un batazo al último minuto. Mientras tanto, inversores y ciudadanos dominicanos que siguen las noticias desde lejos se mantienen atentos, pues lo que suceda en la potencia del norte siempre acaba salpicando el flujo de comercio y turismo de nuestra media isla. Habrá que ver si el hombre fuerte de la Casa Blanca logra capear este temporal sin que las autoridades lo hagan rendir cuentas. De cualquier modo, el principal objetivo del Congreso ahora es asegurar que todos los movimientos fueron legítimos y que la transparencia sea quien cante la última palabra.