El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió que el resurgimiento global de las políticas industriales, aunque representa una oportunidad para fortalecer la productividad y la autonomía de los países, también conlleva riesgos que deben gestionarse con precisión para evitar presiones inflacionarias y un uso ineficiente de los recursos públicos.
Según el medio internacional EFE, el organismo multilateral subrayó en un adelanto de su próximo Informe de Perspectivas que la ola de políticas industriales impulsadas tras la pandemia ha estado marcada por altos niveles de subsidios, especialmente en sectores estratégicos como la energía, las tecnologías limpias y la manufactura avanzada. Estas medidas buscan reducir la dependencia de importaciones y aumentar la resiliencia económica frente a un contexto geopolítico cada vez más tenso.
El FMI destacó que un tercio de las nuevas medidas industriales adoptadas entre 2009 y 2022 se concentraron en el ámbito energético, con el objetivo de garantizar la seguridad del suministro y promover la transición hacia fuentes más sostenibles. Sin embargo, el informe advierte que, a pesar de sus beneficios potenciales, estas políticas pueden elevar los precios al consumidor durante las fases de expansión económica y presionar las cuentas fiscales de países con altos niveles de deuda.
El documento, que será presentado en su versión completa el 14 de octubre durante las reuniones anuales del organismo, analiza experiencias históricas como las de Brasil y Corea del Sur en los años setenta, consideradas ejemplos de industrialización exitosa por su capacidad para cerrar brechas tecnológicas y económicas. Aun así, el FMI insiste en que no existe una fórmula única: el éxito depende de diagnósticos rigurosos, objetivos claros y una integración coherente dentro de un marco más amplio de reformas institucionales.
Además, la entidad recordó que las políticas industriales deben equilibrar cuidadosamente el gasto público y la transformación económica de largo plazo. De lo contrario, pueden derivar en una asignación ineficiente de recursos o en beneficios concentrados en sectores específicos que no se traduzcan en una mejora general del bienestar ni en una competitividad sostenible.
En resumen, el FMI no cuestiona la utilidad de las políticas industriales, sino su ejecución. Su mensaje es claro: diseñarlas con precisión, evaluarlas con criterios técnicos y enmarcarlas dentro de estrategias nacionales que prioricen la eficiencia y la sostenibilidad será la diferencia entre un impulso económico duradero y un costoso error fiscal.








