Francisco y su última lección la muerte como nuevo comienzo y la vejez como don

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El último texto inédito de papa Franciscoun prefacio al libro En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez, del cardenal Angelo Scolacobra hoy un brillo casi premonitorio. En él, el pontífice insiste en que “la muerte no es el fin, sino el inicio de algo que no termina”. Las páginas fueron firmadas el 7 de febrero, semanas antes de que el pontífice falleciera este lunes a los 88 años.

Según reportó la agencia EFE, el volumen saldrá a la venta este jueves 24 de abril y recoge la mirada franca de Francisco sobre el envejecimiento asumir la palabra viejo sin complejos y vivir esa etapa “como una gracia” que aporta experiencia, discernimiento y escucha.

El papa no esquivó la crudeza del deterioro físico, pero lo convirtió en catequesis: “edulcorar la realidad es traicionar la verdad de las cosas”, escribió. Es una continuidad de su magisterio sobre la “cultura del descarte”, dardo que lanzó tantas veces contra sociedades que arrinconan a sus mayores.

La noticia de su muerte, provocada por un derrame cerebral seguido de insuficiencia cardiaca, fue confirmada por el certificado médico divulgado por el Vaticano. Su cuerpo será trasladado mañana a la basílica de San Pedro para permanecer en capilla ardiente hasta la misa exequial del sábado 26 de abril, que presidirá el cardenal Giovanni Battista Re.

Las reacciones llegan de los cuatro puntos cardinales. En Chicago, la arquidiócesis anunció una misa de réquiem y recordó la cercanía del pontífice con la comunidad migrante. En América Latina, obispos y presidentes han subrayado su defensa de los pobres y su frontal denuncia de la corrupción.

Resonancias para la República Dominicana

En nuestro patio, donde un 51 % de la población se declara católica y el 8,2 % supera los 65 años, las palabras de Francisco apelan directo a familias que cargan con abuelos y abuelas sin seguro ni pensión digna. Su llamado a “no desechar lo viejo” cuestiona políticas públicas que aún no garantizan cuidados geriátricos robustos.

El pontífice invitaba a mirar la vejez como etapa de servicio: lentitud para escuchar, sabiduría para aconsejar, memoria para no repetir errores. En un país donde la velocidad del crecimiento urbano a veces margina al envejeciente, su reflexión es tarea pendiente para iglesias, Estado y sociedad civil.

Una herencia que trasciende

Francisco llegó al Solio Pontificio en 2013 decidido a sacudir viejos muros: transparentó finanzas, abrió la puerta a laicos y mujeres en puestos de responsabilidad y elevó la voz por la Amazonía, los migrantes y el clima. Su último escrito mantiene la coherencia: transforma la fragilidad en anuncio de esperanza.

Al despedirse, el papa latinoamericano deja un legado que va más allá de encíclicas y reformas; deja una catequesis existencial vivir la vejez sin maquillaje y asumir la muerte como kilómetro cero de una vida que “no terminará”. Esa lección, dijo él mismo, “la necesitan desesperadamente” los tiempos que corren. Y nosotros, al otro lado del Caribe, no podemos darnos el lujo de ignorarla.

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