La Franja de Gaza atraviesa horas aciagas en medio de un panorama que empeora con cada ataque. Varias organizaciones humanitarias han alertado sobre el incremento de víctimas civiles y la incapacidad de los hospitales para brindar una respuesta rápida, principalmente ante la falta de suministros básicos y el colapso de la infraestructura médica.
Tal como reporta EFE, más de 48 palestinos han perdido la vida desde el pasado domingo, y se teme que el número de fallecidos aumente a medida que se recuperan cuerpos entre los escombros. La situación se complica todavía más con la interrupción del ingreso de alimentos, ayuda humanitaria y medicamentos, medida que diversas entidades internacionales consideran una agravante inaceptable de la crisis.
Expertos de la Organización Mundial de la Salud sostienen que la paralización de corredores humanitarios ha creado un cuello de botella mortal para heridos y enfermos. Además, reportes del Comité Internacional de la Cruz Roja señalan que el desabasto de agua acelera enfermedades asociadas con la insalubridad, lo que añade una nueva capa de peligro para la población civil.
Líderes y voceros locales urgen a la comunidad internacional a mediar cuanto antes. Plantean que, sin un alto al fuego y un restablecimiento del acceso a servicios esenciales, la situación podría desencadenar consecuencias todavía más graves para una población que ya vive al límite. Numerosos analistas insisten en que la cooperación de gobiernos y organizaciones foráneas es el único camino para aliviar tanto la catástrofe humanitaria como la escalada de violencia que define el escenario actual.