Huracán Erín mantiene categoría 4 y deja lluvias en RD

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La jornada de este lunes encontró al huracán Erín todavía rugiendo sobre las cálidas aguas del Atlántico con vientos que, según el Instituto Dominicano de Meteorología (INDOMET), alcanzan los 220 km/h mientras el sistema avanza hacia el noreste a unos 17 km/h. En superficie, las extensas bandas nubosas que acompañan al ciclón han descargado aguaceros, tronadas y ráfagas intermitentes sobre las regiones noroeste, suroeste y la franja central del país, un patrón típico cuando el ojo comienza a alejarse, pero el radio de circulación aún cubre territorio dominicano.

Apenas unas horas más tarde, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) confirmó que Erín se ubica hacia los 24 ° N y 71 ° W, al este de las Bahamas, manteniendo la categoría 4 con vientos de 210 km/h y advirtiendo oleaje peligroso para toda la costa atlántica de EE. UU. durante la semana.

La predictora Carla Morales detalla que las lluvias disminuirán en la madrugada, aunque mañana persistirá la humedad matinal sobre el litoral caribeño y se regenerarán chubascos vespertinos en la línea noroeste. Esta evolución responde a la amplia circulación del ciclón, capaz de arrastrar humedad desde el Caribe occidental incluso cuando su centro ya se desplaza lejos del país.

Para los navegantes el panorama sigue siendo gris: las cuatro costas dominicanas presentan oleaje anómalo superior a 3 metros y mar picado, por lo que la recomendación oficial es mantener las embarcaciones amarradas hasta nuevo aviso. La experiencia local indica que, aun con el huracán a centenas de kilómetros, el efecto de resonancia con el talud submarino eleva las olas y provoca corrientes de resaca impredecibles.

Erín es también la cara visible de una temporada 2025 que NOAA proyecta “por encima de lo normal”, con hasta 19 tormentas nombradas y al menos cuatro huracanes mayores, impulsadas por un Atlántico excepcionalmente cálido y condiciones ENSO-neutral. Esa combinación alta energía oceánica y ausencia de cizalladura favorece ciclones más intensos y duraderos, como ha venido ocurriendo desde que inició la era de actividad elevada en 1995.

El reto inmediato para República Dominicana no es solo sortear este evento, sino reforzar la preparación comunitaria revisar rutas de evacuación costera, actualizar los planes de continuidad escolar a distancia y garantizar reservas de agua potable en zonas montañosas propensas a deslizamientos. Cada huracán que pasa deja lecciones; integrarlas a la infraestructura y a la cultura preventiva es la mejor defensa ante un océano que, cámaras térmicas mediante, luce cada vez más caliente.

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