La muerte de la pequeña Stephora Ann-Merci Joseph volvió a colocar en el centro del debate la seguridad en espacios acuáticos frecuentados por familias. Su fallecimiento, ocurrido en circunstancias que aún estremecen a la comunidad, ha ido revelando detalles que apuntan a una cadena de fallas humanas y operativas.
Según deultimominuto, el informe forense marcado con el número 552-2025 concluye que la niña murió por asfixia mecánica producto de un ahogamiento, clasificado como un hecho violento. El documento del Inacif explica que el mecanismo inmediato fue una insuficiencia respiratoria abrupta, aunque la etiología médico-legal quedó como “indeterminada”. La hora exacta de la muerte no pudo establecerse mientras el Ministerio Público ubica el inicio del suceso alrededor de las 9:45 de la mañana, el levantamiento del cuerpo ocurrió después de las 2:00 de la tarde, lo que dificultó precisar el momento crítico.
La reconstrucción oficial detalla que Stephora entró a la piscina caminando con aparente confianza a las 9:44 a.m., en un espacio que, según la acusación, no contaba con señalización visible de profundidad. Al llegar al punto donde el nivel del agua cambiaba de forma brusca, comenzó a hundirse y pidió auxilio con gestos que quedaron registrados en los videos utilizados por la fiscalía. A las 9:45, la menor ya mostraba signos claros de desesperación, esforzándose por mantenerse a flote.
La acusación coloca el foco en la supervisión del área. Señala que Francisca Josefina Tavárez Vélez, responsable del monitoreo, pasó caminando junto al borde de la piscina sin advertir la emergencia. El expediente indica que la encargada se desplazó luego al jacuzzi para conversar con otros niños y regresó al gazebo, cruzando nuevamente a pocos pasos de la niña. Para el Ministerio Público, esa actuación evidencia un nivel de descuido incompatible con la responsabilidad asignada y es un factor que habría incidido en el desenlace fatal.
Casos como este suelen tener repercusiones más allá del proceso penal. Organizaciones especializadas en seguridad acuática insisten desde hace años en la necesidad de reforzar las normas sobre señalización, capacitación del personal y vigilancia constante. Datos de la Organización Mundial de la Salud señalan que el ahogamiento es una de las principales causas de muerte accidental en niños menores de 15 años, un recordatorio doloroso de lo que está en juego cuando se relajan los controles.
Mientras avanza la investigación, el entorno de la familia y la comunidad esperan que el caso impulse cambios reales en la gestión de espacios recreativos. La conversación pública ya se mueve en esa dirección, y cada nueva pieza de información refuerza la urgencia de revisar protocolos para evitar que un descuido vuelva a convertirse en tragedia.








