Incendio en vertedero de Jarabacoa expone deuda ambiental del país

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Una densa columna de humo gris emergió la tarde de este 15 de julio desde el vertedero municipal de Jarabacoa, en la comunidad de Rabo de Chivo. El siniestro encendió las alarmas de residentes y autoridades, que corrieron a contener las llamas para evitar que el fuego se propagara por los pinares que bordean el valle.

Según los informes preliminares de los bomberos locales, la emergencia se detectó el día anterior y obligó a movilizar varias unidades de Buena Vista y de Jarabacoa, más un camión cisterna de Coraavega y maquinaria pesada proporcionada por el ayuntamiento. Los equipos concentran sus esfuerzos en el flanco derecho del depósito, pero, dada la magnitud de la combustión, aún no se atreven a fijar un porcentaje de control efectivo

Los incendios en vertederos a cielo abierto no son excepcionales en el país; se producen cuando los gases que se acumulan bajo los residuos principalmente metano encuentran calor extremo o una chispa mínima. Esa mezcla letal convierte cualquier vertedero sin manejo técnico en un polvorín ambiental y sanitario, capaz de liberar dioxinas y metales pesados al aire, con impactos directos sobre la salud respiratoria de las comunidades cercanas.

El problema, sin embargo, trasciende los límites de Jarabacoa. En abril, el fideicomiso público–privado DO Sostenible anunció el cierre de nueve vertederos que por años afectaron a municipios como Tamboril, Villa González y San Francisco de Macorís. El director del organismo, Príamo Ramírez, celebró el avance, pero reconoció que decenas de botaderos siguen operando sin control ni monitoreo ambiental.

Un ejemplo de la ruta a seguir es Puerto Plata, donde en junio se presentó un relleno sanitario valorado en más de mil millones de pesos que reemplazará el histórico vertedero de Maggiolo. El proyecto incluye planta de lixiviados, captación de biogás y procesos de economía circular, todo bajo los requisitos de la Ley 225-20 de Residuos Sólidos. Iniciativas similares estaban contempladas para otros puntos turísticos entre ellos Jarabacoa, pero su ejecución se ha quedado en papel.

Mientras las llamas siguen devorando desechos y el humo se dispersa por el valle, las autoridades municipales vuelven a rogar al Gobierno central un levantamiento técnico que transforme el vertedero en una instalación gestionada con criterios de saneamiento. Mantener el modelo actual no solo compromete la salud y el medioambiente locales; también erosiona la imagen de un destino que se vende como “Capital del Ecoturismo” y cuyo atractivo primordial es, justamente, la pureza de su aire.

Jarabacoa necesita, más que parches, una solución estructural: cierre técnico, relleno sanitario y un programa agresivo de reciclaje y compostaje que reduzca la basura que llega al depósito. De lo contrario, este incendio será apenas otro episodio de una crisis crónica que, tarde o temprano, terminará por salir aún más cara al país.

Penelope Herrera
Penelope Herrera
Periodista digital con más de 4 años de experiencia en medios de comunicación. Secretaria Ejecutiva en empresa de desarrollo web y publicidad digital.

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