La mañana en la península coreana volvió a tensarse cuando un grupo de aeronaves extranjeras irrumpió en las cercanías del espacio controlado por Seúl, obligando a las fuerzas surcoreanas a reaccionar con rapidez. El episodio activó los protocolos de defensa habituales en una zona donde cada movimiento militar suele sentirse como una pieza más en un tablero regional ya cargado de presiones geopolíticas.
Según informó la agencia EFE, el Estado Mayor Conjunto detalló que la incursión involucró a aviones rusos y chinos que ingresaron en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ), una franja crítica que Corea del Sur vigila de manera permanente para anticipar posibles riesgos.
Las autoridades militares explicaron que los radares detectaron las aeronaves antes de cruzar el perímetro de la ADIZ, lo que permitió desplegar de inmediato cazas de la Fuerza Aérea. Estos aparatos ejecutaron maniobras tácticas diseñadas para contener cualquier situación inesperada, una práctica ya habitual en este tipo de incidentes que, aunque no supuso una violación del espacio aéreo nacional, sí elevó el nivel de alerta.
La ADIZ funciona como un colchón de seguridad que complementa el espacio soberano. No está regulada por acuerdos internacionales, pero muchos países la utilizan para identificar aeronaves que se aproximan a su territorio. En la región, estas zonas suelen convertirse en punto de fricción, especialmente cuando aviones militares optan por no identificarse, lo que desencadena despegues rápidos los conocidos scrambles destinados a marcar presencia y disuadir posibles riesgos.
Corea del Sur y Japón son dos de los países que más recurren a estos protocolos. Ambos registran con frecuencia el paso de aeronaves rusas y chinas cerca de sus respectivas ADIZ, un patrón que analistas en seguridad interpretan como parte de las demostraciones de fuerza que Moscú y Pekín realizan en el Pacífico occidental. Informes del Ministerio de Defensa japonés han señalado un aumento sostenido de estas actividades en los últimos años, lo que coincide con el reforzamiento de alianzas militares en la región y el reajuste estratégico de Washington y sus socios asiáticos.
En este nuevo episodio, los aviones extranjeros ingresaron y salieron sin incidentes mayores, pero el gesto vuelve a colocar sobre la mesa la tensión latente en Asia Oriental. Seúl insiste en que continuará respondiendo con firmeza para evitar malentendidos en un entorno donde cualquier movimiento puede escalar más rápido de lo deseado.








