En el norte de Japón, una situación sin precedentes ha llevado al Gobierno a tomar una medida extraordinaria el envío de tropas a la prefectura de Akita para contener la alarmante ola de ataques de osos, que ya ha cobrado la vida de diez personas en lo que va de año fiscal. La decisión, que busca reforzar la seguridad en zonas rurales, refleja la gravedad del fenómeno y la creciente preocupación entre las autoridades locales y los habitantes.
Según el medio Yahoo noticias, las Fuerzas de Autodefensa japonesas desplegarán soldados a lo largo del mes de noviembre con tareas específicas colocar trampas, asistir en el transporte de cazadores y trasladar a los animales sacrificados, aunque sin participar directamente en su exterminio. El acuerdo fue firmado por el comandante de la 9ª División, Yasunori Matsunaga, quien calificó la situación como “crítica” durante una conferencia de prensa en Akita.
Las operaciones comenzaron en las ciudades de Kazuno y Kakunodate, apenas una semana después de que el gobernador Kenta Suzuki solicitara apoyo al Ministerio de Defensa. El objetivo es contener una crisis que ha dejado no solo víctimas mortales, sino también al menos 78 personas heridas y más de 20.000 avistamientos de osos entre abril y septiembre, una cifra casi tres veces superior a la del año anterior, de acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente japonés.
La prefectura de Akita encabeza la lista de regiones afectadas, con comunidades rurales que han quedado expuestas a los ataques debido al despoblamiento progresivo. La reducción de la presencia humana en las montañas, sumada a la escasez de alimento para los osos, ha provocado que los animales se acerquen cada vez más a las zonas urbanas, en busca de sustento.
En respuesta a esta emergencia, Japón modificó en septiembre su ley de protección y gestión de la vida silvestre. Con la nueva normativa, se permite el disparo preventivo de osos en áreas pobladas, una medida que busca acelerar la reacción de las autoridades frente a situaciones de peligro inminente. Hasta entonces, la caza en espacios públicos estaba prohibida y requería autorización policial.
Este despliegue militar marca un punto de inflexión en la relación entre Japón y su fauna salvaje, una convivencia históricamente pacífica que ahora se ve amenazada por el abandono de las zonas rurales y los cambios en los ecosistemas. Mientras las autoridades intentan contener los ataques, expertos en biodiversidad advierten que el desafío no es solo de seguridad, sino también ambiental los osos, símbolo de los bosques nipones, se encuentran atrapados entre la supervivencia y el avance humano.








