Las calles de varias ciudades marroquíes continúan siendo escenario de movilizaciones juveniles que, tras cinco días consecutivos, mezclan expresiones pacíficas con episodios de violencia. El movimiento GENZ212, articulado por jóvenes de la llamada generación Z a través de redes y plataformas digitales, ha convocado nuevas manifestaciones para este jueves con la promesa de mantenerlas en un marco “civil y responsable”.
Según informó la agencia EFE, los disturbios recientes han dejado un saldo preocupante: al menos dos fallecidos, más de 400 detenidos y casi 300 heridos entre manifestantes y fuerzas del orden. Los choques más graves se registraron en Laqliaa, cerca de Agadir, donde dos personas murieron tras un intento de asalto a un puesto de la Gendarmería Real. Escenarios similares se vivieron en localidades como Sidi Bibi, Salé, Tánger y Kenitra, con imágenes de coches incendiados y enfrentamientos que circularon en redes sociales.
El Ministerio del Interior marroquí confirmó que 409 personas fueron arrestadas por su presunta participación en actos de violencia, mientras que la Fiscalía anunció procesos judiciales contra 193 acusados, con advertencia de sanciones “ejemplares” que podrían llegar a la cadena perpetua.
Aun con este panorama, los administradores de GENZ212 insisten en mantener la naturaleza pacífica de las protestas. A través de la aplicación Discord, donde organizan sus actividades, aseguraron que establecerán horarios y mecanismos para evitar desbordes. Entre sus reclamos centrales destacan mejores servicios de salud y educación, oportunidades laborales y un combate real contra la corrupción, demandas que encuentran eco en amplios sectores de la sociedad.
En paralelo, la coalición de partidos que sostiene al gobierno marroquí expresó su disposición al diálogo con los jóvenes dentro de “los espacios institucionales”. Mientras tanto, el ministro de Sanidad, Amine Tahraoui, compareció en el Parlamento en una sesión transmitida en directo, donde dijo comprender las exigencias de la juventud, aunque defendió los planes de reforma que impulsa el Ejecutivo como vía para atender dichas expectativas.
El desenlace de esta ola de manifestaciones marcará un punto clave en la relación entre la generación emergente y las instituciones del país. De mantenerse la apuesta por la protesta pacífica, el movimiento podría convertirse en un actor con legitimidad social capaz de influir en el rumbo de las políticas públicas en Marruecos.