Las autoridades de la península de Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia, colocaron un toque de queda no oficial a partir de las 8:00 p.m. nadie debería circular a pie por los caminos que enlazan las aldeas con los ríos salmoneros. La medida llega tras varias semanas de encuentros cercanos con osos pardos que, según los lugareños, han perdido todo pudor y se pasean como si fueran dueños del barrio.
Según la agencia EFE, durante lo que va de 2024 se han tenido que abatir al menos veinte ejemplares, tres de ellos en la pequeña localidad de Sobolevo, donde los vecinos ya no distinguen entre el aullido del viento y el gruñido de un plantígrado a la vuelta de la esquina.
El problema no es nuevo. El año pasado, la alcaldía de Petropavlovsk‑Kamchatski formó patrullas nocturnas para espantar a los animales con luces y sirenas; aun así los reportes de incursiones siguieron creciendo, de acuerdo con registros municipales divulgados por The Moscow Times.
Científicos que monitorean la zona estiman hoy una población de entre 22 000 y 24 000 osos pardos, la mayor densidad de toda Eurasia. Cuando el salmón escasea o la basura humana abunda, explican, los animales cambian sin problema su dieta y su territorio la línea que separa bosque y pueblo se vuelve difusa.
La convivencia forzada ya deja víctimas. En agosto pasado un hombre murió tras un ataque en el vecino territorio de Magadán, recordando que un solo descuido puede ser fatal. Cada incidente agrava la tensión entre quienes dependen de la pesca fluvial para vivir y un depredador protegido por la legislación rusa.
Biólogos locales advierten que el calentamiento del Pacífico Norte altera los ciclos del salmón, principal fuente calórica de los osos. Con menos peces en los ríos, estos gigantes recurren a cultivos, vertederos y, en última instancia, a los asentamientos humanos. Algunos colectivos piden reforzar la recolección de basura y crear corredores ecológicos que alejen a los plantígrados de los pueblos antes de que la escopeta sea la única salida.
Mientras se discute la estrategia a largo plazo, el mensaje oficial es directo si cae la tarde, quédese en casa. En Kamchatka, la noche ya no le pertenece al silencio, sino al rugido de uno de los carnívoros más imponentes del planeta.








