La ciudadela inca seguirá recibiendo, como tope diario, 5 600 turistas hasta que concluya un nuevo estudio de capacidad de carga programado para 2026. La decisión, anunciada esta semana por el Ministerio de Cultura, busca dar un respiro a la “Maravilla del Mundo” en plena temporada alta y mientras se ajustan los recorridos internos que, desde 2024, obligan al visitante a elegir circuitos con hora y puerta de ingreso definidas.
Según detalló la agencia EFE, la viceministra de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales, Moira Novoa, explicó que el estudio se realiza junto al Ministerio de Comercio Exterior y Turismo y tomará en cuenta las rutas recientemente habilitadas dentro del santuario. El objetivo es obtener un aforo realista y socializado con las comunidades y operadores antes de implementarlo en 2026.
Novoa recordó que la capacidad vigente 4 500 personas en temporada baja y 5 600 en temporada alta se sustenta en evaluaciones técnicas aprobadas por el Estado y validadas por la Unesco. De paso, desmintió los rumores que hablaban de elevar el ingreso a 27 000 personas diarias, algo que “no tiene soporte técnico ni respaldo institucional”, insistió.
Una lectura rápida del último informe de conservación entregado a la Unesco en diciembre de 2024 confirma que el organismo no ha formulado observaciones críticas al estado del santuario; al contrario, destaca los avances en control de flujos y señalética. Este respaldo resulta clave para evitar que Machu Picchu sea incluido en la lista de patrimonio en peligro, un riesgo que sobrevuela cada vez que la presión turística se dispara.
Mientras tanto, el Ministerio de Cultura afinó un nuevo protocolo de venta de boletos que entrará en vigor el 10 de julio. El esquema mantiene la oferta de mil tickets presenciales diarios en Aguas Calientes, pero ahora mostrará en tiempo real cuántas entradas quedan disponibles para evitar las colas kilométricas que se vieron el mes pasado. La venta digital seguirá operando en la plataforma TuBoleto, aunque operadores locales presionan para que una fracción mayor se reserve para el comercio físico a fin de dinamizar la economía del valle.
El rediseño de los recorridos también pesa en la ecuación. Desde septiembre pasado el visitante debe elegir entre circuitos “panorámicos”, “clásicos” o “royalty”, cada uno con rutas específicas y tiempo máximo de permanencia. La medida, inspirada en modelos de gestión de Venecia y Galápagos, busca distribuir mejor a las personas y proteger las zonas más frágiles.
A nivel económico, el sitio arqueológico sigue siendo el motor turístico del Perú: solo en 2025 los precios de entrada subieron un 12 % en promedio, según portales de boletaje oficial, mientras las pernoctaciones en el Cusco se recuperaron a niveles prepandemia gracias al turismo europeo y norteamericano.
Con el estudio de capacidad en marcha y la mirada de la Unesco encima, el gobierno peruano enfrenta el delicado equilibrio entre conservar su joya andina y sostener la cadena de empleos que depende de ella. Por ahora, mantener el cupo en 5 600 parece un gesto prudente; el verdadero desafío llegará en 2026, cuando las cifras digan si Machu Picchu puede o no abrir un poco más la puerta sin sacrificar su legado.








